Categoría: Comunidad Educativa 

La puerta estaba ahí, esperando. Pero nadie se movió de sus asientos. «¡Maldita sea, no es ningún chiste!», gritó el payaso. El público volvió a aplaudir. «¡Levántense, por lo que más quieran! ¡Todo está en llamas!», repitió corriendo de un lado a otro, con la cara desencajada. Los aplausos y las carcajadas se redoblaron. El humo avanzaba en rombos por la moqueta de la platea. «¡Corred o moriréis, idiotas!», sollozó. El eco de las risas continuó reverberando en las paredes. Las llamaradas cercaban el teatro cuando el payaso se hincó de rodillas sobre el escenario. Una lágrima rodó sobre su rostro encendido mientras contemplaba, incrédulo, el fin del mundo.

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