Día 25 de confinamiento. Me toca hoy a mí dormir al peque. Ya le he leído un cuento y está tomando el biberón. Echo un vistazo al pasillo. Está oscuro, pero logro distinguir una puerta entreabierta y una sombra.

— ¡Hola Diego! ¡Muy buenas! — exclamo, emocionada ­—. No te había reconocido, con tan poca luz… Sí, hombre, a ver si hoy tardamos menos de 45 minutos… Es que no se cansa, ¡si no puede salir a la calle! ¿Los tuyos, cómo se portan? ¿Qué tal esas clases virtuales? Aquí solo tenemos 2 horas de productividad y es cuando este terremoto duerme la siesta… Pero qué te voy a contar yo que tú no sepas…

El tiempo transcurre rápido y ya estoy mirando cómo duerme por el monitor. Ha sido una buena noche.

Día 32. Otra vez me toca a mí. La misma rutina de cuento y biberón. Rebusco en la puerta frente a la habitación, pero algo ha cambiado. Mi marido por fin ha recogido la ropa doblada y hay nuevas sombras.

­— Buenas noches — me animo a decir —. Soy Carlota y este es mi pequeño, ¡es un placer! Sí, tiene dos años y a veces nos cuesta mucho que se duerma… Pero qué te voy a contar yo que tú no sepas…

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS