Bajo el intenso frío de aquella noche en compañía de la luna y las estrellas las lágrimas resbalaban por mi rostro cuando entre la escasa claridad veía a mi madre diciéndome adiós al mismo tiempo que la embarcación se alejaba y cada uno de mis miedos naufragaba en aquel mar de valentía. Ese niño fui yo, que un día me atreví a cruzar el estrecho en busca de un mejor futuro, algo difícil pero no imposible, la suerte estuvo a mi favor porque logré desembarcar y empezar una nueva vida.
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