LA LEYENDA OSCURA- EL ORIGEN DE UNA MALDICIÓN.

LA LEYENDA OSCURA- EL ORIGEN DE UNA MALDICIÓN.

Capítulo 1: (De vuelta al pueblo).

Había transcurrido mucho tiempo desde la última vez que estuve allí, ya nada era igual, nuevas casas, caras nuevas…casi todo había cambiado, todo, excepto la casa de mis abuelos, que permanecía intacta, inamovible durante todos estos años.

Me quede embobado, observando aquella vivienda, recordando los momentos que pase en ella durante mi infancia, en ese preciso momento, no pude evitar esbozar una sonrisa, aunque es cierto también que no todos los recuerdos eran bonitos y felices. Habían pasado ya varios años desde que un espíritu llamado Esteban, había sembrado el pánico en aquel pueblo, tiñéndolo de sangre. A pesar de todo ese tiempo transcurrido desde entonces, el simple hecho de recordarlo hacía que se me erizase hasta el último pelo de mi piel.

Mis abuelos, por desgracia y ley de vida, ya no se encontraban en este mundo, pero por suerte para mí, pude disfrutar de ellos durante mucho tiempo durante mi infancia, ahora, vivían en mis recuerdos y en mi corazón, lugar donde estarían eternamente.

De mis amigos, bueno, ya conocéis la historia. Alberto, murió asesinado por Carlos aquella fatídica noche en el cementerio, Carlos, murió en extrañas circunstancias en un hospital psiquiátrico, hecho que me inquietaba mucho, básicamente porque me hacía pensar que el espíritu de Esteban, seguía vivo, ya que unos médicos del centro psiquiátrico, encontraron el cadáver de Carlos con una E tallada en el pecho, aparte de no encontrar huellas en la escena del crimen, al igual que había pasado en los otros crímenes cometidos por Esteban, lo que me hacía temer, que podría volver en cualquier momento, y esa idea me horrorizaba de veras. Por lo tanto, Sergio era el único que seguía con vida, aunque no lo había vuelto a ver, me había enterado a raíz de unos familiares de él, que le iba muy bien la vida. Se ve, que trabajaba como arquitecto en Londres, estaba por lo tanto económicamente bastante bien, aunque claro, también es cierto, que hay que tener en cuenta, que el nivel de vida de ese país no era como el de España. También, me enteré de que se había casado con una arquitecta llamada Rachel Jordan, una mujer de metro setenta, rubia casi albina, de piel blanca y ojos azules, al parecer, se conocieron a los quince días o un mes, de estar Sergio en Londres, en una cena de empresa. Trabajaban juntos, fue según quien me lo conto, un flechazo.

Estaba tan concentrado en mis pensamientos, que no me percate de la presencia de una persona que se estaba acercando, hasta que note como una pequeña mano helada me agarraba del brazo a la vez que tiraba de mi hacia atrás, diciéndome:

– ¡Papa! ¡papa!…

En ese momento, todos aquellos recuerdos se volatilizaron al sentir aquella sensación de frio que me causaron al agarrarme y al escuchar esa voz que me había hecho volver al mundo real. Miré hacia abajo tan rápido como pude, comprobando que se trataba de mi hija pequeña Anais de 7 años, que no paraba de repetirme con un tono nervioso, a la vez que tiraba de mí:

– ¡Papa! ¡Papa!…

Parecía un tanto nerviosa, pero en ningún momento pensé que fuese por nada importante, Anais no dejaba de ser una niña, todos sabemos cómo somos de impacientes y nerviosos por cualquier tontería a esa edad. A continuación, le respondí con un tono tranquilo para intentar que se calmase:

– ¿Que pasa cariño?

Ella me miro y dijo mientras señalaba con su otra mano hacia la misma calle en la que nos encontrábamos:

-Papa, aquel señor me dio recuerdos para ti.

Le respondí intrigado, buscando desesperadamente a esa persona con la mirada:

– ¿Quién Anais? ¿Dónde está?

Ella, seguía manteniendo su brazo en alto, con el dedo índice extendido, señalando a una zona de la calle en la cual era incapaz de ver nada, allí no había nadie, estábamos solos.

Aquella situación, me empezó a recordar a lo vivido años atrás, y ese simple recuerdo, provoco en mí una sensación de pánico, al pensar que se podía repetir de nuevo la misma historia.

Finalmente, tras permanecer durante varios instantes allí de pie, intentando ver lo que mi hija me estaba diciendo, pude ver a lo lejos, al final de la calle, a una persona, que salió justo en ese momento desde otra calle contigua. En ese momento desaparecieron mis temores, por un momento pensé que se trataba de algo peor, pero por suerte, no fue así, y suspiré aliviado.

Me quedé unos segundos observando aquella persona, que por su apariencia y forma de caminar, deduje que se trataba de alguien de avanzada edad.

Volví a mirar a mi hija, e intrigado, le dije con curiosidad:

– ¿Quién es ese señor cielo? ¿Qué más te dijo?

Ella, continuaba observando cómo se alejaba aquella persona calle arriba, perdiéndose poco a poco en la lejanía, hasta que me volvió a mirar, y ya con un tono algo más calmado, me dijo:

-No me lo dijo, Papa, solo me dijo que te diera recuerdos.

Asentí con la cabeza y me quede observando cómo se alejaba lentamente, a la vez que, en mi interior, un mar de preguntas penetraba en mi mente como un torbellino, preguntándome, «¿Quién podría ser»?, más tarde lo descubriría y me llevaría una gran sorpresa.

Nos quedamos los dos, unos minutos más en silencio, hasta que, al fin, dejamos de ver aquella persona desaparecer por completo al doblar la esquina de una de las casas que se encontraban al final de la calle.

Pasaron unos instantes más, hasta que finalmente, una vibración en mis pantalones hizo que me sobresaltase, rompiendo a su vez aquel silencio, en ese momento, me di cuenta de que alguien me estaba llamando al móvil. Enseguida pude meter la mano en el bolsillo del pantalón, coger el teléfono, descubriendo con asombro que se trataba de un numero privado, ¿quién sería?, ¿debía cogerlo? Al final, opté por descolgar y llevándomelo con intriga y algo de temor al mismo tiempo, dije:

– ¿Sí?

I

Wenceslao Kosminski, era un hombre de origen polaco, concretamente de Varsovia, que, con tan solo dos años, se mudó a Madrid (España), después de que sus padres de origen ruso tuvieran que huir del país a consecuencia de la guerra polaco-soviética, acaecida entre el 14 de febrero de 1919 y el 18 de marzo de 1921, con más de 60.000 bajas entre ambos bandos.

Gracias aquella decisión que tuvieron sus padres de irse de Polonia, Kosminski pudo vivir en un entorno normal como cualquier otro niño de su época, al menos durante su infancia y parte de su adolescencia, ya que quince años más tarde, recién cumplidos los 17, la pesadilla de la cual habían huido años atrás había vuelto a revivir, esta vez en España, fue el comienzo de la Guerra Civil Española.

Con tan solo 17 años y en plena guerra, el 20 de Julio de 1936, al muchacho le habían obligado ir contra su voluntad, al frente del bando de la Republica, al mando del general Riquelme, como camillero a Guadarrama, lo que después se conocería como Batalla de Guadarrama, donde los Republicanos se alzaron con la victoria.

Aunque esa batalla durase tan solo doce días, hubo un día en concreto, el cual, Wenceslao jamás pudo olvidar, al experimentar por primera vez, como silbaba una bala del calibre 9mm, disparada desde una carabina Destroyer, modelo 1921, del bando nacional, pasándole a escasos milímetros de su cabeza, provocándole únicamente una abrasión en la piel que llevo de por vida como recuerdo en forma de cicatriz.

La carabina de cerrojo Destroyer, era un arma muy popular en aquella época, ya que contaba con una precisión y un alcance bastante buenos, convirtiéndose por lo tanto en un arma letal si caía en manos de un buen francotirador.

Al finalizar la guerra, Kosminski recibió la medalla de Cruz Roja, por haber salvado la vida de más de cien personas durante los 3 años posteriores, en los que participo como camillero en tres batallas más, aparte de la de Guadarrama. También, durante ese tiempo, descubrió que quería dedicarse a ser enfermero, por ello, sin pensárselo ni un momento, ingreso unos meses más adelante en la Facultad de Medicina y Enfermería de Madrid, donde conoció a Nemesio.

Nemesio, un hombre alto y con un fuerte temperamento, fue un cirujano muy importante, que trabajo en el hospital 1º de Octubre, durante el transcurso de la guerra, pero una vez finalizada esta, estuvo como catedrático en la Facultad de Medicina, lugar en el cual conoció a Wenceslao, que era uno de sus mejores alumnos.

En un principio, todo pareció ir perfecto en la vida del joven enfermero de tan solo veinte años, pero aquella felicidad, solo era un turbio reflejo de lo que la realidad le esperaba unos meses más adelante, en el cual, un 15 de noviembre de 1939, ocurrió un hecho terrible que marco su vida para siempre, desmoronando todo lo que tanto le había costado conseguir hasta ese momento.

Aquel día, Kosminski regresaba a casa como cada día después de salir de la Facultad, aunque esta vez tenía algo de prisa, había quedado con su padre en la calle quintana, muy cerca de la Estación del Norte sobre las 17:45h.

A pesar de no ser una hora relativamente tarde, el muchacho caminaba a un paso ligero por aquella calle que, a esas horas, permanecía desierta, y es que la gente en aquella época intentaba no estar en ciertos barrios a unas horas determinadas, y esa calle en concreto, era uno de los lugares que, al caer la noche, se llenaba de yonkis y prostitutas.

En ese tiempo, la prostitución no era literalmente como se conoce hoy día, al parecer, después de la guerra civil y al quedar España asumida en la pobreza durante la postguerra, muchas mujeres tomaron esa alternativa como vía de escape pero no profesionalmente, sino de manera ocasional, por necesidad para poder sobrevivir y por extraño que parezca, era legal, aunque no por mucho tiempo, ya que años más adelante, al ver que aumentaban los casos de enfermedad de transmisión sexual, la “ilegalizaron” en el año 1941, poniendo como escusa valores científicos y morales, dando como resultado final, que cientos de mujeres fuesen encerradas en cárceles especiales para ellas, durante varios años.

De pronto, el muchacho iba tan concentrado, que no se percató de la presencia de un vehículo que venía siguiéndole desde la facultad, hasta que este, pego un frenazo atravesándose por delante del chico, el cual, se sobresaltó, quedándose paralizado sin entender aquella situación.

Del vehículo, se bajaron rápidamente del lado derecho el copiloto y el pasajero de atrás. A simple vista parecían dos guardias del CGP (Cuerpo General de Policía), vestidos con sus típicos uniformes de color gris, de hecho, se conocían generalmente por “los grises”, dicho nombre se lo ganaron gracias al color del atuendo que tanto los caracterizaba, aunque también se los conocía por su forma de actuar tan brutal y agresiva, eran de los que primero daban y luego preguntaban.

Enseguida, se abalanzaron contra Wenceslao de forma rápida, y sin mediar palabra, uno de ellos le pego un empujón tan fuerte, que le hizo perder el equilibrio, haciéndole golpearse en la cabeza contra una farola que tenía justo detrás de él, para a continuación caer al suelo, momento en el que indefenso y malherido, fue aporreado brutalmente por los dos tipos, ensañándose con él, de una manera descabellada y brutal, incluso recibiendo patadas por todas las partes de su cuerpo. Aquella agonía a la que tenían sometido a Kosminski, duro treinta segundos que para él fueron interminables, hasta que llegó un momento, en el que perdió el conocimiento. Finalmente, una vez quedo inerte, lo cogieron en volandas, y lo introdujeron en el vehículo de la manera menos limpia que se pueda uno imaginar, desapareciendo del lugar tan rápido como llegaron.

SINOPSIS:

La obra esta narrada en dos partes, una parte en el pasado, narrando la vida de Wenceslao Kosminski, personaje clave en esta novela, y por otro lado, la vida de Mark, en el presente. Ambas historias son diferentes pero que a medida que se va desarrollando la historia, tienen mucho en comun.

Despues de varios años, Mark regresa al pueblo donde se encuentra con Sergio su mejor amigo. Ambos se encuentran en «El Payo» (Salamanca) lugar donde varios años atras, ocurrio un hecho que le cambio sus vidas y las de los habitantes de aquel humilde pueblo, el cual, habia sido azotado por la furia de un espiritu maligno del mas alla. Tanto Mark como Sergio junto a sus otros dos amigos fallecidos aquellos dias, lograron romper la maldicion, o al menos eso pensaban.

Ahora, ya mas mayores, estan pasando unas tranquilas vacaciones en el pueblo, sin percatarse que el pasado siempre regresa, esta vez mucho mas fuerte y poderoso que antes. Nada es lo que parece, ya no puedes creer ni en tu propia familia, todo vuelve a empezar. ¿Seran capaces al fin de romper la maldicion?

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS