AUPAIR 1968- INMIGRANTE 2.019

AUPAIR 1968- INMIGRANTE 2.019

Chicas,  una sevillana de 18, viaje hacia Londres. Año 1967. La otra venezolana  de 28, año 2.019. Viaje hacia España. Madre de dos pequeños; refugiada. 

Ya el enorme Boeing repleto, como nunca más, por ahora. Emocionante la ilusión que  embargaría a ambas, apretadas las gargantas. Todo sería nuevo, angustioso y sorpresivo. Sin trabajo. Ni tan siquiera la certeza de conseguirlos. Con  pocos recursos, tan solo para unos días.

Desde fortalezas tan distintas. La una de una familia acomodada, de un país emergente. 

Vidas que se unen al cabo de 50 años; para vivir la triste despedida de una anciana.

¡Qué vacío siento en mi alma, madre…!

cuando paseo por tu jardín lleno de ti!

Ahora que ya no estás, 

yo no encuentro las palabras

que expresen mis sentimientos.

La casa también, está llena de ti.
Tú y tu sonrisa.

Tú y tu encanto.

Tú y tu talento.

Tú y yo ¡casi una!

por siempre.

Rezo para que

seas manto,

ahora y por toda la eternidad, 

para cuando nos sientas

pérdidas salgas TÚ

a nuestro encuentro.

Vinieron a ocupar los puestos que otras, desde años, ya no necesitaban. Internas, sería el puesto de trabajo en los cuales, hacía décadas, no estaban interesadas, las españolas.

INMIGRANTES…

fuertes, valerosas,  cariñosas, sonrientes, poniéndole otra cara a su vertiente.

Extranjeras por el mundo; madres emergentes; en busca de la tierra prometida. En aras de casi un sueño imposible. Traer a sus hijos y a los padres de sus hijos con ellas.

En una carrera cargada de obstáculos. Y no todas las veces, al cabo de un final,  fructífero. 

Víctimas de los escasos recursos de otros mundos, a cuidar ancianos dependientes. 

Unas mujeres nacidas al sol de una tierra caliente junto al trópico, desaprovechado y deficiente, bajo una enorme depresión. Otras venidas de países del este de Europa de inviernos helados.

¡Qué dos vidas tan diferentes! 
¡Qué procedencias tan distintas! Con un denominador común: la supervivencia. 

Y al encuentro.., otra cultura, la primera por su necesidad del idioma.   

Hija de agricultor. Si tenían un sentimiento, que les unían en un determinado  punto de sus vidas, para comprenderse.  La primera, en otro sentido, había pasado por similar experiencia. Esta cuidadora de niños y limpieza de casas de muchas nacionalidades de la Inglaterra cosmopolita.

Había qué… ¡ganarse la vida! Indispensable.

Yo no tengo dinero. Le informaba su padre. Soy agricultor. Tenemos bienes, tierras, muchas preocupaciones, años sin cosecha. Siempre mirando al cielo y al suelo. Viviendo dependientes de las plagas y de las inclemencias del tiempo. Con mil dificultades. Dijo el padre de Rosa, que apenas había terminado el colegio, pero te tienes que ir; es formación necesaria para tu porvenir. El futuro estaba claro. Habría puesto de trabajo; De intérpretes carecía  España en aquellos años.  ¡Empleo de prestigio sería su futuro! De padre muy avanzado, para esos tiempos, que afirmaba: hay que ganarse las habichuelas. Lo contrario de una madre que hacía una clara protesta: 

Esta niña “tan guapa” nuestra se casará “bien” y será la buena mujer en su casa criando a sus hijos y de su marido atenta cuidadora.
Lo que hizo que  se demorará la partida, “la pasión materna“ ¡como su hija no iba a pasar su verano en la playa.., sin tomar el sol! tan necesario para el invierno.

OTRAS MUJERES, otras vidas…
Sin cara, sin rostros, casi desconocidas ¡enorme su tragedia!¡Y con una sonrisa en sus labios! Más por la ley de la supervivencia, unidas, ante semejantes circunstancias que  coinciden y se imponen en sus vidas.

Pensaban venían a un mundo mejor y les sorprendió la PANDEMIA de España. Del mundo.., Los trabajos difíciles. Solo cuidadoras de geriatría con la sola formación de “un buen corazón”

 Las que encontraron empleo;  murieron pronto sus jefas ancianas por el covid19. Y los hijos tuvieron que rescindir sus contratos porque sus empresas cerradas, sus empleos cesados, sus ingresos venidos abajo.., cercenadas sus vidas,  quedaron sumidas en el incierto futuro.

Circunstancias inesperadas se presentan: los de los hijos que  vuelven a casa; sin sustento. ¿Cómo sobrevivirán?  Y, a estas chicas ¿que les durará su cartilla de refugiados sin trabajo? 

Mantenga Dios los bancos de alimentos tanto para unos como para otros. En esta Europa tocada, con la más cruel de las PANDEMIAS conocidas en el mundo del “bienestar”. Y sea tan solo una ola que acabe y no se prolongue, ni se propagué,  más de tres meses, para que resurja el trabajo, la vida y la buenaventura.
Y en este universo solidario, llegue por siempre La Paz y la cordura. Entre gentes de buena fe que cuiden el planeta y su medioambiente para las generaciones futuras.

Y llegó, ese terrible año, como en todos en las últimas décadas. la avalancha de chicas, casi todas madres solicitando asilo, como refugiadas, Antonella, de VENEZUELA, también de Nicaragua… la mayoría escapadas a travez de Colombia, en un mundo diferente, año 2.019.
Y todas con igual fin. Enviar la subsistencia a sus pequeños. Muy jóvenes son. La mayoría fueron madres muy pronto. 

¿QUÉ ES LA VIDA?

Una ráfaga,

un momento,

un sueño.

una ilusión…

Caminos muy ciertos

que vemos inciertos.

Eternas mareas

llegando a los puertos.

Igual que la mar,

en un sólo cuerpo.

Es hielo y es trama

qué amaga y no vence,

sólo extiende…

y casi ni se entiende.

¿Nos pondremos el sol de frente?

¿Dejaremos pasar la luz?

¿cambiaremos los aires?

Toca luchar contra los elementos…

¿Se construirá, por todos,  

la buena suerte?

porque la vida 
es,

sobre todo

¡breve!.

EN EL CAMINO PERDIDO

Retomemos aire y respiremos.

Abramos corazones y libros..

…¡Serán sus paginas,

toda nuestra alcancía!

permanecen, 

pacientes, esperanzados, 
los abra, una mano amiga.

Tanto que hacer por las cosas.

¡No desaparezcan de nuestras vidas!

Los buenos,  aportan sabiduría.

Generación, tras generación, 

Bebamos por siempre,  

de sus fuentes.

Aprendamos, resucitemos. 

Como en todos los desastres;
¡Hagamos unión!

¡Es hogar!

el que casi siempre

¡te recogía rendida!

Ahora tras el obligado confinamiento,

Abramos, puertas tendidas.

Abramos galerías de sueños.

Abramos paz, sin mentiras,

abramos corazones rotos,

hacia las mentes dormidas.

¡Sembremos!

¡Ordenemos nuestra vida!

No es el fin… nunca lo fue,

es tiempo nuevo, otra etapa,

otra vasija.

Y todo por aprender…

Sirva el reto para siempre, juguemos mejor partida.

¡Aire fresco a nuestras vidas!

¡RESURRECCIÓN!

Los que de milagro nos salvemos,

los que de milagro quedemos,

encontraremos,

el sendero inevitable.

Quizás también de milagro,

entremos,

de nuevo en el camino olvidado.

¡Resurjamos!

¡Emerjamos!

Cansados de estar dormidos.

¡despertemos!

Del todo y por una vez confiemos,

en que todo se sabrá

y se reconducirá.

Salvemos,

tristes, por tantos fallecidos, 

lo que nos quedó

por perder…

¡LA VIDA!

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