El último Vagón

El último Vagón

Icemann1900

10/06/2019

Como siempre, llegué atrasado e intente acomodarme lo mejor posible en el último coche, el cual comenzaba a llenarse de un tumultuoso público vestidos de gris y colores obscuros, con gruesos atuendos invernales.

El jefe de estación indicaba la pronta partida del automotor y los ávidos fumadores aprovechaban hasta los últimos milímetros de sus cigarrillos. Todo me parecía perfecto, un largo viaje aun no emprendido, familiares esperándome, tiempo libre y los ahorros de un año en el bolsillo para gastar, ¡Que mejor!. El convoy comenzaba a tomar velocidad, abandonado por fin la estación.

Pese a que el carro se encontraba lleno, frente a mí, había una butaca vacía, tal vez alguien que no llegó o simplemente desistió viajar.

En mis manos llevaba la novela «Chicago Chico». La cual no me daba respiro, ya que disfrutaba de ella a cabalidad y solo tenía tiempo para un sorbo de algo caliente y estirarme un poco.

Durante la última parada, al vagón se subió una señorita muy hermosa, que captaba sin dudas, todas las miradas y atenciones de los viajantes, en un momento todo quedo en silencio, más de un marido o acompañante, se llevó un buen codazo en las costillas, producto de una pareja celosa.

Mientras la joven caminaba con sutileza, hasta el final del pasillo, sin dejar de sonreír. Sus hermosos ojos azules, parecían pedacitos de cielo puestos allí, por el creador en persona, en tanto sus cabellos, parecían hilos de cobre puro, brillosos y largos, su rostro era simétricamente perfecto, nariz respingada y unos labios dibujados a mano, y dueña de una silueta privilegiada, tenía un aire seductor, pero no era coqueta, creo cualquier agencia de modelos, se hubiera peleado por los servicios de esa muchacha…

Desde ese instante el carro se perfumó, de un aroma parecido al agua de rosas. Al caminar fue acompañada por el inspector de turno, quien cortó el boleto y la acomodo en su ubicación definitiva.Durante el viaje, nuestras miradas se cruzaban de vez en cuando y con ellas pequeñas sonrisas, se nos dibujaban en el rostro. Ella también traía un libro llamado, “Al Final del Camino” de un autor conocido por mí.

Luego me levanté al baño y a mi regreso, mi atención la captaban unos afuerinos que hablaban de una pelea que habían visto tiempo atrás, donde el campeón del mundo defendía su corona, frente a un rival menor y su relato decía así:

En esta esquina el campeón Roger Williams y en el suelo el chileno Villablanca, en su jocosa narración, indicaba que este último había caído tres veces en el primer round, perdiendo finalmente el combate por un rotundo nocaut. Y al finalizar su dialogo, se empinaban una pequeña petaca del algún fuerte brebaje.

Me acomodé nuevamente en mi lugar, extraje el termo, para una taza de café, pero esta vez le ofrecí a la joven, no con el afán de entablar una conversación con ella, solo con la intención de reconfortarla, porque al parecer tenía frío, sin embargo no me dio ninguna respuesta.

Unos kilómetros más adelante, una anciana pasajera subió pausadamente, y por la ventana comenzaron a pasarle bultos y sacos.

Creo que esta abuelita, si supo aprovechar el precio de su pasaje!. Se veía cansada y así que Yo, terminé de subir las cosas faltantes y para no ser menos, le ofrecí mi ubicación y fue aceptado con gusto.

Ahora mi nuevo asiento, era una caja de tomates, con una frazada para hacerlo un poco más cómodo, me paré una vez más, para retirar mi termo y servirme una ultima taza, la cual le ofrecí, nuevamente a la colorina pasajera, esta vez miró con dulzura y me hizo un ademán de no aceptarlo, así que le extendí el ofrecimiento a la veterana, quien lo tomó con gusto.

Tal vez la joven pensó que, Yo era un oportunista, por que soy muy informal para vestir, no parezco una persona seria.

En la parada siguiente descendí del carro, para comprar algo y al regreso, la Nona me convido a sentarme junto a ella, me dijo:

—Hijo, venga inmediatamente entendí, que la hermosa joven se había bajado, me dijo la señorita que estaba aquí, dejó esto para usted.

Me extendió un marcador de libros delicadamente perfumado, decía lo siguiente:

Hola, me llamo Ann Lindermann, no he querido ser descortés contigo, lo que sucede es que me cuesta demasiado conversar con quien no conozco, puesto que no conocen mi lenguaje por ser Nórdica. y a veces me da vergüenza mostrar mi condición, por temor a no ser aceptada o por la burla que he recibido. Soy sordo-muda.

Claro que me hubiera gustado compartir ese café contigo, si quieres y tienes tiempo tal vez podríamos ser amigos? te dejo mi dirección de correo:

Lindermann.A@Yahoo.com

Transcurrido algunos años más, Ann, abandonó definitivamente el mundo del modelaje, por la pasión de su vida. Hoy es profesora de niños con capacidades diferentes, con el tiempo me enamoré de su trabajo y de la pasión que ponía en enseñar.

Los pequeños nos regalaron un maltrecho arbolito de pascua, hecho por sus manitos, y pintado por la amorosa Karina. (Hace 2 años, y aún Ann, lo adorna los fines de año en nuestro hogar) La pequeña karina

Cuando a veces pensamos que la vida, nos pone demasiado obstáculos, y nuestro animo tiende a decaer, y que todo se ha vuelto contra nuestra, me pongo a mirar a estos pequeños super-héroes, de carne y hueso, que a su corta edad arrastran tanta dificultad, para algo básico como es la sobre-vivencia misma.

Y todo esta bendición me sucedió por subirme al último vagón del tren.

_Fin_

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