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Cerró la puerta, giró su silla de ruedas y satisfecho, reanudó sus quehaceres.

Tras la puerta queda una mujer sin palabras, con la mente en blanco. Tras un breve instante algo inexplicable le pasa por su mente, vuelve a ver el momento en que se conocieron: ahí está él, desnudo y con toda una vida por delante. Escucha como ella le susurra — Tranquilo, estoy aquí para guiarte y ayudarte a conseguir una vida plena— Ella siente miedo pero sabe que todo va a ir bien. Está segura. Es feliz.

Recobra la consciencia y sus ojos se llenan de lágrimas porque comprende las palabras que instantes antes él le había dicho:

“mamá, la muerte es mi única barrera. Te recuerdo que soy fuerte, que tengo un fuego enorme para conseguir mi propósito y tú, tú estás aquí. Juntos podemos lograrlo”.

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