Qué es lo bueno, qué es lo malo, dónde acaba mi libertad y empieza la ajena, porqué ha de prevalecer el bien colectivo ante el individual… cómo vivir mi vida?.

A la postre todo acabará como empezó, y mi partida, incluso la partida de la humanidad, más aún la partida de este microcosmos, no será echada de menos. Así las cosas, sería casi que obvio suponer que lo importante, lo realmente valioso, es no cómo has vivido la vida, sino, cómo te has sentido disfrutando ese breve instante de tiempo que se te ha otorgado y que eres afortunado en tener.

La decisión de ser feliz, es individual, la carga liberada al dejar en el camino sentimientos negativos va otorgando la paz interior que nutre el alma, y que deja a un lado la necesidad de alcanzar metas innecesarias que hacemos indispensables. «Vanidad de vanidades… todo es vanidad«. La premura del trabajo con ganancia ajena, el tesón por ser honesto en beneficio de quienes se aprovechan, la obligatoriedad de cumplir leyes que los legisladores mancillan, el complacer a quienes no les interesas en aras del hambre de amor que tienen de ti quienes te aman y necesitan, el ser entrenado para servir, para ser utilizado, para ser obediente, consecuente, tolerante, servil…

Quién es mas feliz?, un exitoso hombre de negocios, con triunfos, estudios, miles de personas a su cargo, con la rutina constante que requiere un alto nivel de estrés en pos de mantener su ritmo de vida… o, un humilde campesino, en una recóndita tierra, que luego de terminar su jornada iniciada al alba y que finaliza antes que el sol llegue al cenit, se encuentra en su hamaca, al lado de un arroyo, rodeado de la majestuosa naturaleza, y solo interrumpido por sus niños jugando o su mujer trayendo un café, y alguno que otro murmullo del paraíso dónde se encuentra. Bill Gates tendría una respuesta, y el Dalai Lama también. Respuestas seguramente discrepantes, y no por eso faltas de argumentación y de lógica individualista y por su naturaleza cualitativa, acertadas ambas.

Qué es lo bueno, qué es lo malo?

Todo es bueno, todo es malo; y es que la respuesta a cada postura depende íntimamente del paradigma formado por cada uno de nosotros respecto a este mundo tan individual en el que transcurrimos. Prueba inequívoca de tal aseveración lo constituye el hecho que siempre una persona abyecta es alguien más, y jamás uno mismo. «…ver la lagaña en el ojo ajeno…«, que verdad tan profunda, el método científico pretende librarse de esa premisa y ser imparcial, robotizado; pero el tema que nos ocupa no es para nada científico, es personal, es una opinión formada a partir de experiencias, conocimiento, influencias y demás aspectos que de una u otra manera han formado la perspectiva del mundo que nos rodea; teniendo siempre como centro nuestra cosmovisión.

Lo que para la mayoría es aberrante, sí para uno solo es atractivo y lo practica, para ese ser humano en especial, por la razón que sea, eso es bueno. Pero hay una realidad, no somos entes aislados, somos autónomos en nuestros pensamientos, pero no así en nuestras acciones. La libertad de un individuo finaliza donde empieza la de otro; de tal manera que colectivamente existirán siempre condicionamientos limitantes de la capacidad de actuar, ese linde no debe ser óbice a la felicidad; la felicidad es una decisión individual, es una sensación de tipo mental; habrá quien sea feliz siendo mutilado, o que le inflijan dolor, aún cuando para el común de los mortales el dolor no sea agradable. En ese mismo sentido lo bueno o lo malo depende «del cristal con que se mire», aclaro aquí que no se están tratando los términos desde la hipocresía colectiva —con reglas para ser vulneradas en la intimidad por quienes las impusieron—, no, se está enfocando desde la perspectiva naturalmente egoísta de la individualidad del ser.

Al final, todo es bueno, y todo es malo, la respuesta, depende solo de ti.

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