El hombre ha colgado a Dios

El hombre ha colgado a Dios

Mar Onetti

19/02/2013

Marta y Clara se encontraron en la salida del metro. Marta iba impecablemente vestida y maquillada y después de dar dos besos a Clara,  la escaneó de arriba abajo.

-¡Vaya pintas hija! ¿Así piensas salir hoy?

Marta tenía la costumbre de hacer ese tipo de comentarios sin mucho tacto y normalmente Clara se habría sentido terriblemente ofendida, pero aquel día sus preocupaciones se hallaban en otros derroteros. No podía dejar de pensar en la conversación telefónica que había tenido hace unas horas. Anduvieron en silencio mientras Marta tecleaba en su móvil  hasta que llegaron al bar de siempre. Pidieron unas cervezas y  Marta se embarcó en la narración de un informe detallado sobre sus últimas novedades amorosas:

-pues no sabes lo bien que estoy con David, porqué blablablabla, el problema es que blablablá…. 

Clara asentía sin poner mucho esfuerzo en seguir sus palabras. El monólogo de su amiga fue reduciéndose a un ligero murmullo que hacía de eco a sus propios pensamientos en los que se encontraba totalmente enfrascada. Se debatía entre si contarle o no a Marta lo de la llamada de teléfono. Era una de sus mejores amigas, y si ella no la entendía, no sabía quién lo haría. Marta la trajo de vuelta a la realidad.

-Bueno y en fin… que no tengo ni idea de qué hacer, porque como este otro se entere… ¿Tú qué harías en mi lugar?

Clara no tenía ni idea de lo que le estaba hablando.

-ehh… perdona… ¿qué?

-Tía Clara, ¿se puede saber qué te pasa? Llevas toda la tarde súper rara! ¿Te has picado por lo que te he dicho antes de las pintas? Joe, ¡mira que eres susceptible!

– ¡Qué va!… si no es eso… es que hoy he estado hablando con Dios y…

-¡No me digas! Jajajaj, yo estuve hablando con él el otro día ¡vaya pirado!

Clara la miró totalmente asombrada

-Pe…pero… ¿Y de qué hablasteis?

-Pues me empezó a soltar un rollo que no veas de que si era Dios y quería conocerme mejor, y como en ese momento estaba en casa aburrida empecé a vacilarle un poco pero le colgué en seguida. Después de eso me estuvo llamando mil veces y tuve que bloquear su número. En fin…Hay que andarse con ojo que hay mucho loco suelto ¿Sabes cómo hacer para bloquear un número no? ¡Trae, que te lo hago ahora en un momentito!

Marta extendió la mano intentando alcanzar el móvil que Clara había dejado sobre la mesa pero esta fue más rápida y  lo agarró con firmeza ante la mirada atónita de su amiga.

– Es que…en realidad no sé si quiero hacerlo…

Marta la miró incrédula.

-¿Me estás vacilando no?

-No sé mira, ni yo misma lo entiendo todavía…Me pilló en un momento de bajón, y … yo qué sé cómo nos pusimos a hablar y… en fin…que no me pareció para nada un loco, ni un bicho raro…

Marta estalló en una estrepitosa carcajada:

-jajaajaja me matas, en serio… no me digas que de verdad te crees que has hablado con Dios.

-Pues yo qué sé… es difícil de explicar…  Pero por lo menos podrías intentar hacer el esfuerzo de tomarte esto un poco más en serio… 

Ante la fría mirada con la que le estaba mirando su amiga, Marta se dio cuenta de que no estaba para bromas así que hizo lo posible por serenarse. Cogió su jarra de cerveza y dio un largo sorbo mientras pensaba en lo absurdo de la situación y lo increíblemente que se le había ido la olla a Clara.

– Entonces…. Me estás diciendo que si te llamara alguien por teléfono diciéndote… ¡yo qué sé!  Por ejemplo que es tu hada madrina, ¿Te lo creerías?

–  A ver… ¡obviamente no es lo mismo!

– ¿Y cuál es la diferencia?

Clara inspiró hondo intentando armarse de paciencia.

– Mira…la verdad, no sé muy bien cómo explicarlo… sólo puedo decirte que cuando estaba hablando con él, había algo… una especie de intuición que me decía que podía fiarme de él, que me conocía de verdad ¿sabes?

-Pero Clara… ¿no te das cuenta de que no tiene ni pies ni cabeza? Aun suponiendo que Dios existiera… ¿por qué te iba a llamar justamente a ti?

Pues… no sé…me dijo que era la primera persona en mucho tiempo que no le había colgado el teléfono…  a ver, obviamente no puedo saber seguro si el tío con el que hablé era realmente Dios, pero… ¿te das cuenta de que si existiera no tendríamos ni la más mínima idea de nada acerca de Él? Damos por hecho que no existe,  ya ni siquiera nos lo planteamos…

– Hombre, yo creo que sí hay una cosa de la que podemos tener absoluta certeza….

Clara esperó intrigada mientras Marta tomaba un sorbo de cerveza, claramente con la intención de añadir tensión.

–  ¡¡Que en el cielo no hay cobertura!! jajajajajj

Clara no pudo evitar esbozar una sonrisa y al final acabó sumándose a la enérgica risotada de su amiga. Estuvieron riéndose a carcajada limpia durante un buen rato… Cuando por fin las risas se extinguieron, Marta reanudó su cuestionario:

– Bueno… y ¿se puede saber de qué hablasteis?

-Pues tía… no sé cómo pero terminé contándole un poco mi vida, fue rarísimo, como si le conociera desde siempre ¿sabes?

-O sea ¿me estás diciendo que le contaste tu vida a un completo desconocido que te llamó por teléfono?

Clara agachó la cabeza, avergonzada, dándose cuenta de que se le había ido un poco el asunto de las manos. Marta se dio cuenta de que igual había sido un poco dura con ella, se acercó a Clara y le pasó su brazo cariñosamente por el hombro

– Yo sé que te sientes un poco vacía ahora… pero necesitas volver al mundo real… ¿Te das cuenta verdad? Ninguna película que te montes va a hacer que te sientas menos sola.

– Tienes razón…

De repente el teléfono de Clara empezó a sonar

-RIIING, RIIING

Clara sostuvo el aparato entre sus manos mirando hipnotizada como la pantallita se iluminaba  y se apaga a intermitentemente pero sin reaccionar.

Marta intuyó a qué se debía  el titubeo de su amiga. Rápidamente le arrebató el móvil de las manos y lo colgó.

– Venga, ¡Ya verás cómo esta noche te animas! Piensa que lo único que importa ahora es que somos jóvenes, estamos en la edad de disfrutar de la vida y que esta noche te invito a lo que quieras!

-¡Amen! 

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