Me quedé sin excusas

Me quedé sin excusas

Hueraburt

14/11/2018

Es increíble lo fugaz que se va la vida y tan determinante aquello que puede dejar un corazón roto. Tenía arrastrando una pena en el alma, como una estilla que se clavo adentro desde hace ya mucho tiempo y no la pude sacar. ¿Cómo podía sacarla si ni siquiera sabía cual de todas las razones era la que la había enterrado? ¿O será más bien que no quiero encontrar el motivo que la enterró?

Hace ya unos días que me fui de la oficina, me dieron una caja disque para aquellos objetos personales que tenía en el escritorio y que querían fuera…¡una caja! como si se pudieran empacar ahí los sueños rotos y seis años de trabajo. ¡Si señores, seis años! Lo sorprendente es que los seis años me quede en el mismo puesto. Al inicio pensé «esta todo bien…vas iniciando… todo es bueno para aprender». Pasaron dos años y, cuando me mire en el mismo sitio trate de convencerme que seguía en el lugar correcto aunque trabajaba diez horas al día los cinco días a la semana, y sábados y domingos organizaba el mundo detrás de la pantalla. Cuatro años más tarde me di cuenta que no me había dado cuenta del tiempo que había pasado. Mi hermana se caso, mi perro se murió y mi novio se mudo, y yo, seguí embelesada en el ordenador; no fui a la boda, ni quise abrazar a popy, y de él, solo se que dejo una nota sobre la cama que aún no logro abrir.

Un par de lagrimas rodaron por mis mejillas y sentí mi rostro caliente, aún así tome la caja entre mis manos y camine hacía la salida; cuando llegue a casa note que nadie me recibiría, estaba sola con el recuerdo de mi misero puesto. Me dio rabia y tristeza, pero a su vez me sentí liberada; al entrar a la casa me recibió mi reflejo en el espejo del recibidor y no me dijo nada; ya no era más la chica que egreso de la escuela queriendo dominar el mundo, no tenía amigos ni tenia familia, ya no recibía ni siquiera mensajes del celular con reclamos por tardarme en contestar, no tenía compañía, ni amor, ni trabajo, pero aún me quedaba algo, me quedaba yo.

Tome una ducha caliente, trenze mi cabello y saque un beliz, guarde algunas ropas y me fui.

Llegue a un lugar lejano, una playa hermosa, me tiré en la arena a la orilla del mar y ahí me quedé recostada, que el mar lave mi tristeza y confunda mi llanto con sus aguas, necesito tomar valentía, retomar mi vida, me quede sin excusas para seguir amolandome la vida.

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