La mujer fantasma de Bedford

La mujer fantasma de Bedford

Javier Artero

07/04/2019

20 de diciembre de 1889, en la estación de tren de Bedford, en Brooklyn, Nueva York, fue destinado Charles Blame, un hombre británico de 52 años para trabajar como maquinista de uno de los trenes de la estación. Él nunca iba a imaginar todo lo que pasó allí, y lo que le iba a pasar a él.

Charles llegó sobre las 10:00h de la mañana a la estación, donde le estaría esperando uno de los dueños de la estación para explicarle lo que tenía que hacer y cómo debía manejar el tren, y sobre todo, cómo funcionaba.

-Buenos días, ¿usted debe ser Charles Blame verdad? -preguntó Holland Gartyn.

Charles estaba aún algo nervioso, y le costaba contestarle.

-Ho… hol… hola se… señor. Sí, sí soy yo, soy Charles Blame.

-Muy bien señor Blame, acompáñeme, le enseñaré su tren.

-Oiga, disculpe, pero… ¿qué le pasó al antiguo maquinista?

-Señor Blame, ahora no me gustaría hablarle de eso, se lo diré todo en el momento oportuno.

-Claro, cómo usted diga señor -contestó.

Ambos se dirigeron hasta el tren que se le iba a adjudicar a Charles, el número 13. Un tren bastante más distinto a los demás, y sobre todo, con un aspecto mucho más antiguo que los demás, que de hecho lo era, el número 13 era un tren más antiguo que los demás, y había tenido mucha más historia que los otros trenes. Charles no iba a tardar mucho en preguntarle a Holland los motivos por los que su tren era más antiguo y distinto a los demás trenes de la estación.

-Señor Gartyn, ¿por qué mi tren es tan diferente a los demás?

El señor Gartyn le miró, y se quedó en silencio mirándolo durante unos segundos, hasta que miró hacia arriba, hacia el techo de cristal de la estación. Charles tuvo que insistirle a Holland para que le diera una respuesta.

-Señor Gartyn, ¿se encuentra bien? -preguntó Charles de nuevo.

Gartyn reaccionó instantes después.

-Oh, sí, sí, me encuentro bien señor Blame, era solo que me había acordado de algo que pasó en esta estación hace unos años.

-Mire, señor Gartyn, vaya al grano. Desde que le he preguntado antes que le había pasado al antiguo maquinista, ha cambiado su rostro y la manera de dirigirse a mí.

-Está bien señor Blame, voy a contárselo todo. Fue hace 20 años, cuando se inauguró la estación de Bedford, una semana después de su inauguración, el maquinista de este tren perdió la vida.

-¿Perdió la vida?, ¿de qué forma?

Holland miró hacia el suelo, y después miró a Charles con una cara de inquietud y de terror.

-Se dacapitó por sí solo con uno de los alambres que se encontraban en la entrada de su vía, al sacar la cabeza para saludar a una de las empleadas que se encuentran en recepción.

-¿Cómo?, no puede ser cierto.

-Pues sí señor Blame, es mucho más cierto de lo que usted cree.

-¿Cree que debería de tenerle miedo a este tren por lo que ocurrió en él?

-No señor Blame, para nada, es solo que yo me tomo muy en serio el tema de las maldiciones, y lo relacionado con el mundo isotérico.

-Yo no le tengo ningún miedo a este tren, para nada.

-Me alegro mucho por usted señor Blame. Es usted un hombre muy valiente.

-No se trata de ser un hombre valiente, si no de asumir los riesgos de mi profesión.

-En fin señor Blame, ¿hace falta que le explique algo más? -preguntó Holland.

-No señor Gartyn. No se preocupe, acabo de salir de la escuela de maquinaria ferrovial, lo tengo todo reciente.

-Entonces le dejo que empiece con su jornada de trabajo. Señor Blame, mucha suerte, y espero que disfrute de su trabajo, no hay mejor trabajo que el que no se disfruta.

-Muchas gracias señor Gartyn, espero que sea tal y cómo usted me ha dicho.

El señor Gartyn volvió a su despacho, y nada más sentarse en su sillón marrón, se quedó mirando cómo Charles salía de la estación con el tren.

De repente, apareció un espíritu, el espíritu de una mujer morena con el pelo afro y ojos verdes.

-¡Qué haces tú aquí!, ¡esto tiene que ser una alucinación!, ¡tú estás muerta! -respondió Holland asustado.

-No Holland. Esta vez vengo a por él. Te recuerdo que morí por tu culpa, tú consentiste que esos atracadores me asesinaran -dijo Margerine.

-¡No!, ¡vete!, ¡déjale en paz!, ¡él no tiene la culpa de nada!

-Adiós Holland -dijo Margerine desapareciendo del despacho.

Pasaron 3 semanas, desde que Charles entró como nuevo maquinista en la estación de Bedford. Todo parecía ir a la normalidad, hasta que todo cambió cuando Charles se fijó en una hermosa mujer morena que se encontraba en la recepción de la estación. Se enamoró de ella nada más verla.

Pasaron los días, hasta que uno de ellos, esa extraña mujer le miró, y con esa mirada misteriosa hizo que Charles diera un paso en falso sacando uno de sus pies fuera de su cabina, y haciendo que cayera a la vía del tren de al lado. Charles tuvo la mala suerte de que al caer, viniera el tren de la vía de al lado y lo arrollara por completo.

Holland se encontraba en ese momento en su despacho hablando por teléfono, con su taza de café en su mano derecha. Tiró la taza de café al suelo al ver lo que estaba ocurriendo en la estación, lo supuso nada más verlo. La gente se acercaba a la vía como una manada de ñúes, y sobre todo el maquinista del otro tren.

***

Charles despertó en lo que parecía una galaxia, pero sin estrellas, todo estaba totalmente oscuro y vacío, hasta que apareció ella, Margerine, tan hermosa como había sido en su anterior vida. Charles asustado preguntó:

-¿Quién eres?, ¿dónde estoy?

-Hola Charles, soy Margerine. Bienvenido al inframundo, la maldición seguirá permaneciendo para toda la eternidad -dijo Margerine acercándose a Charles y absorviéndole el rostro al besarle.

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