La empanada dorada

La empanada dorada

Luz Avila

09/06/2019

Cuando trabajar o trabajar es la única opción que tienes; porque hay bocas que alimentar, esta es la realidad de miles de personas que te venden en la calle desde una empanada hasta un paño de agujas.

¡Buenos días vecina! Deme una empanada por favor y deme ají, se lleva a su boca el primer bocado de la crugiente fritura tradicional y popular de estas tierras, la saborea y el tostado es perfecto al igual que el sabor del picante que la acompaña es el ideal y asi come la primera y cuando este joven va saboreando su segunda empanada es sorprendido por los agentes de la ley que con su característica e imponente autoridad dicen al joven: «caballero esta usted violando la ley» a lo que el hombre responde: ¿porqué señor agente? Porque está prohibido comprar alimentos en la calle según el articulo tal con la ley tal…que yo no se, ni me interesa investigar por la indignación que me produce, y argumenta el representante de la ley la multa es de un salario mínimo mensual Colombiano o sea $820.000 pesos. unos 275 dólares calculo yo. El joven argumenta: «desconozco dicha ley, no sabia señor agente» y el agente responde con imponente voz de mando: «así son las cosas caballero, debe pagar» y notificado con recibo en mano queda el joven pasando el trago amargo de la noticia; como acompañante de la empanada mas cara que ha saboreado.

La noticia dio la vuelta por todos los noticieros entrevista aquí, entrevista allá, que el Dr fulano, que el Dr sutano, el caso es que el joven tubo que pagar la multa, pero luego un fallo dictó la devolución del dinero. En fin el caso es contar el abuso y la persecución que resibe el trabajador de la calle aquel que sale de sol a sol, llueva truene o relampaguee «a buscar para la papita» como dicen muy popularmente nuestros abastecedores ambulantes, sin prestaciones, sin un seguro médico y mucho menos una pensión para la vejez, pero no pueden parar o ese dia no hay almuerzo para el y su familia, este relato se que deja un mal sabor, pero es la realidad que se vive en la actualidad en mi hermoso país, donde tenemos que ver como decomizan a una señora sus termos de tinto (Café caliente) o le derraman a la calle a otros vendedores los jugos, o frutas, que con sacrificio compró para salir a vender y ganar unas cuantas monedas que significan el alimento, educación y techo para sus hijos.

Tradiciones como el helado, los dulces, las frituras populares de cada pueblo, frente a la iglesia o en el parque principal están en vías de extinción, agobiados por impuestos, multas y persecución, bien decían mis abuelos muy trabajadores ellos por cierto y a son de broma: «si el trabajo diera plata, los burros tendrían chequera» y de los impuestos decía mi padre: «falta poco para que nos pongan en las costillas un medidor para ver cuanto oxígeno consumimos» yo reía al escuchar a mi viejo, pero hoy con sonrisa agria veo que no estaba muy equivocado con su jocosa analogía. No queriendo decir que entonces para que se trabaja o que no hay esperanza para el humilde trabajador informal y pues así las leyes no lo favorezcan como sea debe ingeniárselas para continuar en la lucha y adornando las calles de los pueblos con su respectivo orden ¿porque que seria de nuestros pueblos sin esos toldos coloridos que lo adornan? ¿Si ya no estan que fila iran a engrosar? No quiero ni pensar… No seamos indiferentes con ellos, con nuestra compra estamos apoyando una familia, unos niños que de ella puede estar saliendo un mandatario y porque no un presidente que mañana cambie esta ¡historia del trabajo!.

Fin

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