A cien millas, hacia el precipicio, desde el primer día de inicio, así mismo me puedo describir para decirte la verdad y no mentir.
Sabía lo que hacía y con qué jugaba pero lo que no me esperaba era que contigo me quedara y ya no puedo hacer nada.
Ahora, me persigue la tristeza del pasado, la inseguridad del presente y la incertidumbre del futuro y por primera vez no estoy en control.
La luz de mi felicidad se apagó y ahora brilla en otro lugar, todo florece en otro jardín y yo sigo muriendo sin ver el fin.
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