Puerta marrón.

Puerta marrón.

Susan

14/06/2020

Es alta, color marrón, sostenida por varios tornillos oxidados, en pie a veces, otras solo recostada, y se mueve a ratos al ritmo del viento que la impulsa. 

Cada vez rechina más y cierra menos, tiene uno que otro rasguño, supongo que lleva años ahí, entre ese marco de pino desgastado y comido por polillas.

A veces se traba, y un empujón lo arregla, por un instante, porque después vuelve a ser la puerta color marrón y ya vieja, de siempre.

Por ella pasan unas cuantas personas, siempre suele estar abierta, y cuando no es así, basta con el mismo empujón, dos o quizás tres, cuando la necesidad de entrar es mucha, o cuando no se logra entender que no siempre está abierta. 

Por sus rendijas ha dejado pasar cartas llenas de secretos, que nunca fueron leídas, algún intruso de afuera buscando una gota de luz en la obscuridad de la noche, y uno que otro rayo del sol al amanecer.  

Ha ocultado miradas tristes, pequeñas lágrimas, sonrisas sinceras, besos secretos, abrazos fuertes, y quizás sin saberlo, enmudecido los sonidos del amor.  

Y estoy realmente segura de que ha visto las despedidas más dolorosas, pero también ha presenciado las mejores llegadas, ha ocultado rostros de extraños, se ha cerrado en la cara de muchos, y ha servido como escudo a los que buscan refugio dentro.

No solo es la puerta marrón, alta y vieja. Ha sido la barrera entre personas que no merecen pasar por ella y yo, que no anhelo compartir llave, ni mucho menos cerrojo.

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