El misticismo de la quietud de la noche diamantada,
expresa sublime, una imagen de recelo al contemplar tus ojos;
la Luna se pone celosa al saber que venero tus ojos de estrella.
Llorar por alguien muerto no siempre es bueno, pero llorar
por algún imposible, es desterrar el alma del cuerpo y sucumbir
ante deliberadas contradicciones.
La ilusión desperdiciada entre la orilla del mar ostenta
un arraigado capricho, estancado en el impetuoso sonar de las olas.
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