Estas calles no conservan el asfalto del ayer,

y con el tiempo se formaron caprichosos adoquines.

Estas calles guardan el secreto de tú piel,

lenidad de un amanecer, desgaire que cerró la tarde.

Y la fábrica se tragó cada día de tú piel

y empedró tú suavidad.

Estas calles hoy te tienen que esperar

cuando ayer eras la primera.

Ni la lluvia hidrata tu pasada sonrisa

y la fábrica se tragó… se tragó tu donosura.

¿Qué anocheció tu rostro?

¿Quién te vistió de tiempo?

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