Esta mañana, muy temprano, tu recuerdo se me coló por los párpados y me inundó la vista con tu imagen. Aún estaba oscuro, y la madrugada me invitó a quedarme acurrucado con el sueño de tenerte allí, a escasos milímetros de mis ganas.
¿En qué me convierto para llegar hasta ti?, he jugado a ser aire para colarme por tu ventana y sentir que me respiras, he imaginado que soy estrella y desde lo mas alto del cielo baño tus pecas bonitas con mi luz.
Mientras lo pienso, afuera llueve. Hace frío y te imagino embojotada en tu cobija, cubierta con tu sweater como una oveja y te abrazo para calentarte. Todo está en silencio y escucho las gotas de lluvia chocando con mi ventana.
Gotas… esta vez podría ser una gota tibia que caiga sobre ti, que se deslice en tus cabellos desordenados, que baje por tu frente y la empape de los pensamientos húmedos que me generas… Que enjuague tus ojos y borre cualquier cosa que se atraviese entre tu mirada y la mia. Que cubra tus labios con un beso suavecito, como gotas de rocío.
Una gota descendiendo por tu cuello, balanceándose en el vaivén de tu respiración. Trepando por tus senos, como quien corona la cumbre de una montaña mágica. Para sentarme en la cima de tu pezón a saborear lo hermoso que es el mundo mientras estoy allí… y que en un movimiento instintivo te des la vuelta entre dormida, y la gravedad me lleve justo al camino mágico que dibuja tu espalda.
Recorrer tus pecas, emprender la aventura de caminar tus poros, y que cada paso sea un beso que desbloquee el siguiente nivel. Llegar al límite de tu cintura y que sea cuesta arriba el camino hacia tus nalgas bonitas y redondas, agarrándome de tus poros erizados para no caerme. Y que cada paso lo sientas como un mordisco suave que me mantenga agarrado a ti.
Mezclarme con el sudor en tu vientre, besar la boca de tu ombligo, y lanzarme al fondo de tu sexo con la convicción con la que un suicida se lanza desde el borde de un rascacielos. Convencido de que voy a morir y a nacer mil veces en la humedad de los deseos.
Una gota, esta madrugada me basta con ser una gota que te transite y se derrame en ti.
Bajar por tus piernas, descender hasta tus pies y besarlos mil veces. Consciente de que no es posible, pero también pensando en que dentro de ellos reposan los pasos que te traerían hasta mi. Decirles en un susurro que aunque sé que no es una alternativa, hay un poco de mí que los esperará toda la vida.
Hay sonidos que están presos en mi boca, palabras que están confinadas en la celda de mi cabeza, y se agarran de mis dientes y de mi mente como el convicto que se sostiene de los barrotes de la celda, soñando doblarlos con fuerza y escapar corriendo en busca de la tan ansiada libertad.
No sé porque los condeno, quizá porque a veces creo que la libertad que sueñan mis sonidos y mis palabras tal vez no se parezca mucho a la realidad, y aunque crean que los castigo, en el fondo estoy protegiéndolos.
Pero hoy pensé en que de nada sirve que sigan viviendo encerrados en la oscuridad de mis ganas, volé la cerradura para dejarlos escapar y salieron como una estampida salvaje y desordenada.
Lo único que querían es volar hasta ti para decirte que, aunque el silencio se empeñe en querer ganarnos la partida, sigo de este lado del mundo deseándote cada segundo. Soñando con convertir en caricia y piel el amor más bonito que haya sentido nunca.
¿Y tus sueños? … no sabes cuanto quisiera saber si todavía tus sueños quieren venirse a construir sueños imposibles junto a los míos.
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