La Luna es la mejor parte de la Tierra

La Luna es la mejor parte de la Tierra

Walden Supertramp

28/05/2020

Ayer domingo (último día de la Fase 0) salí de casa a las 9.00 AM con la bici para ir hasta la playa. Me hubiera gustado darme un chapuzón pero estaba nublado y soy muy friolero, además está prohibido bañarse en el mar. Me quedé ahí, sentado en la orilla, mirando la majestuosidad del mar y dejando volar mi imaginación. A lo lejos, por la orilla, vi venir a una mujer caminando hacia mí. Vestía ropa deportiva, con cinta fluorescente en la cabeza y todo. Cuando estaba a mi altura, me dijo que no podía estar allí sentado, que tenía que hacer deporte y se fue gritando que por culpa de gente como yo, egoísta e insolidaria, ella no podía ir a ver a sus nietos. Yo permanecí callado, atónito a lo que escuchaba.

Continué unos segundos sentado, perplejo, pero debo reconocer que empecé a sentirme mal, así que me levanté y empecé a hacer ver como que hacía estiramientos. Traté de tocar mis pies con las manos sin doblar las rodillas y aparte de ver que era del todo incapaz, me di cuenta de que era hora de cortarme las uñas. Continué tratando de hacer ejercicios, pero me aburría y me frustraba a partes iguales, así que me pareció buena idea ponerme a bailar. ¿Habéis bailado alguna vez en la playa, solos a orillas del mar? ¡Es una pasada! Debo reconocer que empecé con un poco de vergüenza, soy algo tímido y sentía las miradas ajenas clavadas como anzuelos, pero enseguida me vine arriba y me puse a bailar como si nadie me viera. Me sentía libre, como en trance, casi me atrevería a decir que estaba poseído por el alma de John Travolta en “Fiebre del sábado noche”. Me sentía como si hubieran desinfectado la playa con lejía y me hubiera colocado con el olor. Pero ¡qué tontería! ¿A quién se le ocurriría hacer algo así? Sería como querer talar un bosque para evitar un incendio; un sin sentido que no se le ocurriría ni a Trump ni a Bush puestos de marihuana hasta las cejas.

Cuando tuve suficiente bailoteo, cogí la bici y me dispuse a volver a casa, pero antes me senté en un banco en una plaza solitaria para beber agua y descansar un poco. Al cabo de unos pocos minutos, se acercó una pareja de policía y me dijeron que ahí no podía estar. Empezaron a hacerme preguntas pero no llegaba a entenderlos porque apenas oigo del oído izquierdo y era por ahí por donde me hablaban. Me puse un poco nervioso y ellos venga a hacer preguntas, una detrás de otra, y yo sin acabar de entenderles. Cada vez me estaba poniendo más nervioso y ellos parecía que también. Me pidieron el DNI para ponerme seiscientos euros de multa. Abrí la alforja de la bicicleta para cogerlo pero con los nervios no lo encontraba y saqué, por error, un trapo sucio que tengo para limpiar la bicicleta. Es un trapo con tres franjas, roja, amarilla y roja. Los policías, al ver el trapo, cambiaron por completo su actitud hacia mí y no solo no me pusieron la multa si no que se despidieron de mí con un abrazo. Fue muy bonito.

Bueno, pues cojo la bici y me dirijo hacia casa, ya son las 9.50 AM y tengo que darme prisa para llegar dentro del horario permitido. Me siento como Cenicienta a punto de caer media noche. Voy pedaleando lo más rápido que puedo y de repente, un coche me adelanta casi rozándome y un poco después, otro coche pasa por mi lado pitándome y mostrándome su dedo corazón a través de la ventana, ¡cómo si la carretera fuera suya! Decido seguir pedaleando por la acera, no quiero poner en riesgo mi vida. A los pocos minutos un señor me pregunta a gritos que por qué no voy por el carril bici, a lo que respondo con otra pregunta:

    – ¿Qué carril bici?

    Finalmente, y por fin, llego a casa sudando a chorros, puntual a las 10.00 AM.

    Hoy lunes (primer día de la Fase 1) he decidido que a mí no me vuelve a pasar lo de ayer, así que me he enfundado en unas mallas y me he puesto una cinta naranja fluorescente en la cabeza: sí, voy dispuesto a hacer deporte. He cogido la bici, he ido hasta la playa y he empezado a hacer deporte caminando por la orilla del mar. Pero ya sabéis que todo deporte tiene su riesgo y he tenido tan mala pata que he pisado mal y me he torcido el pie y como consecuencia de eso, me he caído al agua. ¡Juro por Dios que me he caído! No ha sido un remojón voluntario. No sé si ha sido por la vergüenza al ridículo o para evitarme una posible multa por bañarme en el mar pero, para disimular, me he puesto a dar brazadas como si estuviera nadando, como si estuviera haciendo deporte. Ha sido muy patético porque estaba en la orilla y no cubría nada; más bien parecía que estaba haciendo natación sincronizada contemporánea. Además, ahora que lo pienso, creo que los deportes acuáticos no están permitidos.

    Total que cojeando he cogido la bici y me he ido para casa, sin parar a beber agua ni nada, para evitar sorpresas como las de ayer. Por el camino he mirado la hora: las 9.50, ¡mierda! He acelerado el ritmo y cuando ya no podía más, echando el bofe y chorreando a mares me he dicho:

        – Tete, tranquilo, que estamos en la fase 1…

      Y como no me daba tiempo a llegar a casa a las 10.00 AM me he parado en el primer bar que he visto y me he pedido una cerveza. Cuando llevaba tres cervezas me he empezado a sentir un poco solo y le he preguntado a un grupo que tenía a mi lado si podía sentarme con ellos, eran nueve en total, así que no ha habido problema. Así he estado toda la tarde, cambiando de grupo y conociendo a gente. He hecho un montón de nuevos amigos, de esos que son para toda la vida.

      Entre cerveza y cerveza me ha entrado la melancolía y me he dado cuenta de lo mucho que echo de menos a mi amigo Miguel. Es como un hermano para mí, un tío súper inteligente, lo que viene siendo un crack. En la universidad sacó matrícula de honor y todo; hasta fue Esperanza Aguirre a hacerle entrega de una medalla. Se fue a trabajar a Alemania hace un par de años.

      Bueno, que me desvío del tema. Como os decía he estado tomando cervezas con diferentes grupos de personas, guardando la distancia de seguridad y todo. El plan inicial era estar hasta las 20.00, hora que ya se puede volver a hacer deporte y así poder volver a casa con la bicicleta. Lo que pasa es que me he liado y cuando me he dado cuenta eran las 22.45; así que he cogido la bici y me he ido de allí echando leches. Otra vez a correr y otra vez a sudar. Estaba a punto de llegar a casa cuando me ha parado la policía para decirme que estaba haciendo deporte fuera del horario permitido, eran las 23.05 y entonces, en un momento de lucidez les he dicho:

          – Agentes, no estoy haciendo deporte, me estoy transportando.

        Pero no ha colado, yo creo que ha sido por la cinta naranja fluorescente que llevaba en la cabeza, ¡maldita sea!

        Han empezado a hacerme un montón de preguntas, pero no conseguía oírlos, ¡qué manía con hablarme por el oído izquierdo! Hasta que he escuchado claramente las letras DNI. Entonces me he tranquilizado porque me he acordado del trapo de colores y de los resultados que tiene con la policía. Entonces me he dicho:

            – Tete, saca el otro trapo sucio, el que tiene más franjas, cuatro franjas rojas y cinco amarillas, intercaladas. Seguro que a más franjas mayor es el efecto.

          Pero no ha funcionado y me han caído seiscientos euros de multa. ¡Qué se le va a hacer, las normas son las normas! Pagaré la multa con la ayuda que el gobierno nos da a los técnicos de sonido.

          Bueno, os dejo ya, que estoy en casa y entre el disgusto por la multa y la borrachera que he cogido, no tengo ganas ni de cenar. Voy a ver una serie de ciencia ficción en Netflix, “Black Mirror”, dicen que está muy bien.

          URL de esta publicación:

          OPINIONES Y COMENTARIOS