Veinte veinte

Pesé a toda la evolución.

Aún sigo mirando las paredes tristes de esta ancha y sucia ciudad.

Los autos llenos de polvo, con marcas de patas de gatos que pasaron sobre ellos

Y que varios días se mantienen estacionados en las ciclovías,

Y a su vez los ciclistas, cual velocista flash,

Recorren las calles viajando de un lugar a otro por las veredas atormentando a los transeúntes.

Y los jubilados, trabajando aún como esclavos para ganar más dinero y seguir subsistiendo cuando ya no pueden vivir

En un mundo que todos los buenos sobreviven.

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