Tiempos de incertidumbre

Tiempos de incertidumbre

Aran Blanche

12/04/2020

Estoy en la bañera esperando a que el lorazepam que acabo de tomarme haga efecto. Las velas y los sonidos de lluvia fundiéndose con los cuencos tibetanos contribuyen a crear la atmósfera de calma que necesito, pero no es suficiente, y no podría sentir más vergüenza por ello, porque a pesar de las circunstancias soy terriblemente afortunada.

Vivo en un piso de cincuenta metros cuadrados, y tengo una ventana que cada vez que visito me regala una preciosa vista del cielo y de las nubes sobrevolando despreocupadas los edificios, ahora transformados en torreones más propios de aquellos cuentos de princesas y dragones que tan fantasiosos y lejanos se nos antojaban en la infancia.

Los personajes de esta siniestra fábula que hoy protagonizamos no son sino cabezas asomadas a los balcones, como puntos en un horizonte de ladrillos que guardan con celo la esperanza de recuperar el tesoro de la cotidianidad: los abrazos, las caricias, las risas, el olor de la hierba, los paseos por la arena con los pies descalzos… Actos tan manidos como definitorios de lo que somos, de nuestros anhelos.

Mientras tanto, cerniéndose ante nosotros con la misma temeridad que una tormenta de verano, la pregunta infecta el aire: ¿Volveremos a ser libres, o aquella normalidad que dábamos por sentada jamás regresará?

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