En busca del tiempo perdido

En busca del tiempo perdido

Antonio Fernandez

18/03/2020

Creo que fue de niña que escuche por primera vez que pertenecemos a un solo lugar, y que este permanece inalterable con el paso del tiempo aguardando nuestra vuelta, como bien decía Saramago, siempre acabamos llegando a donde nos esperan.

Somos los mismos siempre, el tiempo es efímero, un instante pueden parecer décadas, y décadas pueden parecer instantes, me gusta colocar un valor al tiempo, su carestía, o depreciación lo determina la trascendental que se hace con él, y no hay tiempo más bien empleado que el que le he dedicado al trabajo soñado, pero hoy no se trata de cómo me gano la vida sino de mi vuelta al lugar que añoro.

Voy a la casa de mis padres, siete años después de aquella decisión trascendental que me llevo a mas de 700 kilómetros lejos de ella por un mejor porvenir, o como me repito, la revalorización de mi tiempo, ese que intercambie prescindiendo de frugalidades sociales, y compromisos familiares.

Ha sido este momento, este viaje por hermosos paisajes que me animó en tardes inacabables, compromisos impostergables, “todo por la familia” era la frase que se volvió casi un mantra en mis días de azarosas tareas, era mi sosiego, el bálsamo en mis días de dificultad cuando debía declinar aquello que era prescindible o postergable .

Como todos somos necesarios, pero nadie imprescindible, dejé de un lado el trabajo para unirme por fin en una necesaria unión con mis padres y mi hermano menor, las lagrimas que han derramado por mi ausencia en legitima nostalgia quedará eclipsada por el demorado encuentro que por fin se concreta, el calor familiar puede abrevar la fría melancolía que coloca la distancia entre seres queridos.

El tiempo perdido se transformará en tiempo recobrado al sentir la calidez del abrazo de mama, las ocurrencias de mi hermano y la emoción de mi padre al saber que su princesa está en casa, confieso que me negué por años a probar magdalenas con café por temor a borrar la memoria involuntaria que me trasladaba a este lugar, mi hogar, por fin estaré con ellos, el tiempo no será prolongado pero si se utiliza bien puede valer lo mismo que años.

Mi pecho se hincha con la llama de las ansias por unirme a esos momentos que quedan grabado en tu mente cual impronta en la cera de las velas.

Cruzo la misma puerta por donde hace años atravesé emprendiendo un camino, en aquel tiempo desconocido, como toda previsión en la vida, no sabía que me alejaría de mi hogar por tanto tiempo, pero heme aquí, de vuelta.

El jardín desprende una vista y un olor desconocido para mí, lo adornan rosas de todo tipo y un contraste de colores que lo hacen mucho más agradable que cuando me fui: azul, morado, naranja, rosa, entre otros, un perro sale a mi encuentro, aquella mascota que mi madre creo que menciono en alguna ocasión, es el primero que me recibe y su actitud es de total incredulidad y desconocimiento, me recibe como extraña que invade su feudo.

Entro por la puerta que ahora por alguna extraña razón la veo más angosta, me adentro en el que fue mi hogar, ¿lo sigue siendo?, mi madre y padre se encuentran en la sala contigua viendo televisión, anuncio mi llegada, mi madre se levanta no sin antes echar una observada mas al televisor, me da un abrazo acompañado de un “estas en casa hijita”.

Mi padre se levanta manteniendo distancia entre nosotros, su mirada aprueba las palabras de mi madre, esboza una cálida sonrisa en su rostro visiblemente cansado, se le dibujan nuevas arrugas y un cabello canoso que no esconde el paso del tiempo, aun así, se debate entre verme y no apartar la atención del aparente interesante programa que compartían antes de que yo irrumpiera su tranquilidad.

Pregunté por mi hermano, pero me dicen que está con unos amigos, casi los increpo diciendo que como era posible aquello si era un niño, me traicionó el subconsciente ahora es un adolescente, nadie mas había en la casa.

Mi madre me invitó a que fuese a mi antiguo cuarto mientras ella calentaba algo para comer y así recuperaba energías por mi largo viaje, esto descarta la posibilidad de que me esperaban para comer como familia.

Subo a mi cuarto quien ha permanecido fiel a su esencia, contener, mantiene su olor, su estructura, si olvidara quien soy o lo que fui, en mi cuarto se encuentra cual capsula del tiempo mi yo verdadero.

¿Sigo siendo la misma persona o soy otra? ¿He cambiado, o ha cambiado mi familia? ¿He traicionado lo que soy?, o quizás, evolucioné, y en mi egoísmo quiero que todo permanezca inmarcesible; No importa, si vine en busca del tiempo perdido, el comienzo está sin duda en estas paredes que forman mi cuarto, por una extraña razón, lo recordaba con tonos azules y blancos, ahora lo veo con matices verdes y grises, nadie le ha cambiado el color.

Me tumbo en la cama, si quiera cansada por el viaje, o desgastada mentalmente por esperar algo diferente, ¿Qué es lo que espero? escucho las risas abajo en la sala, aun absortos en el programa de segunda que ven, vanidad fue la palabra que me vino a la mente, de ellos, o quizás, ¿mía?

Veo al techo que me evoca a aquellos momentos en que soñaba en ser exitosa, hoy en día puedo hacer alarde de ello, me costó tiempo, tiempo costoso, tiempo que no recuperaré.

Veo a un costado el espejo en el cual me reflejé hace muchos años antes de emprender mi camino, el reflejo no miente, muestra en lo que me convertí.

-Todo cambia.

-Todo ha cambiado.

-No hay magdalenas, ni café.

-El tiempo es irrecuperable.

-Este ya no es mi lugar.

Tumbada en mi cama, solo una cosa pasa por mi cabeza mientras mi madre me llama para avisarme que mi comida ya está lista.

¿Cuánto tiempo falta para volver a donde pertenezco?

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