Cada vez que me pesa todo el cuerpo y el alma está agobiada intento volver mis pensamientos a la facultad.
Se que hay más ahí de lo que logro descubrir.
¿Dónde quedó ese remolino de esperanzas que encontraba en los libros?
Allá están ellos y me miran de lejos y me ahuyentan de verlos.
No quieren que mis ojos los aplasten con banalidades burdas, con desprecios de ojeadas minuteras de curiosidad.
Y acá están mi cuerpo, mi mente y mi deseo loco de volver a internarse en el único paraíso que encontró el mundo, o que yo encontré.
Y sentir el olor de páginas amarillas de la biblioteca de humanidades, que resplandece en mi interior una gota de amor, alguna pizca de sueño y el dolor punzante en el estómago como si me hubieran dado una mala noticia.
¿Son ellos que no encuentran su camino hacia mi ? O soy yo que no logro madurar mi pasar, engordar mis sonrisas, agrupar alientos, abrigar esperanzas de lindos porvenires, a pesar que todo indique que será al contrario.
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