Amo la buena gente

Amo la buena gente

Cristina Lobo

17/12/2019

Uno puede ser muy hijo de puta de vez en cuando. En mi primer pueblo, el de los cielos rosados, yo era muy buena gente para todos, además ser «buena gente» estaba bien visto.

Cuando llegué a la ciudad de calles empedradas, si eras «buena gente», eras un tonto. Todo esto me generó una leve confusión y decidí aprender del olvido.

Mi amiga relativa, siempre comenta que los niños de África están mucho peor que nosotros, las comparaciones son odiosas, pero pueden ser terapéuticas, tan solo a veces.

El desconocimiento te hace feliz, la ignorancia es un plato para bocas elitistas, la soberbia trae problemas y dolores de cabeza.

Cuando un ordenador da fallo, el reinicio es la primera opción del informático, la segunda opción, suele ser mas lenta y dolorosa.

Ser buena gente, es compartir el queso pestoso que has comprado en el trabajo con tu compañera que ha soportado el fervor en el camino, sin embargo, yo podría haber compartido los dulces que nos regalaron el otro día, pero la caja era tan bonita, que no sólo me quedé las tortas, si no que se lo recochineé a mi compañera durante el trayecto.

En un transcurso de menos de 48 horas y con la misma persona, había sido muy buena gente y una grandísima hija de puta.

Ahora sólo me queda confusión y unos días para las vacaciones.

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