La vieja conciencia
No extraña, ni sorprende
No enseña…
Se encuentra rezagada,
Remetida, vacía.
La voz que habita en mi ha muerto
Y las migajas de esperanza
Se esparcieron entre las baldosas grises
Del parque infantil y enfermo
Que envejece junto a mi.
Las palomas se burlan de mi,
Alzan su vuelo matutino, fugaz y corto
Recordándome en sus aires
El cansancio de los días aún no vividos
Y las sales dulces que se atraviesan en las tardes de sol.
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