Y me miro hacia dentro, viendo un extraño que conozco, un familiar rostro en el espejo, que se desdibuja con los años, con los golpes, con los logros, los fracasos. ¿Por qué no aminora el cruel tiempo? ¿por qué no puedo pararlo? y mientras me miro hacia dentro, envejezco caminando, en este mar de dudas, donde pienso en no correr tanto, la vida no nos perdona, siguen pasando los años. Cuando te paras y piensas, en lo que nos hemos convertido, añoras ese niño pequeño, que algún día todos fuimos.

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