¿Como decir adiós ante una nula comprensión?

¿Como decir adiós ante una nula comprensión?

Anka Armand

14/10/2019

Era un día de practicas normal para Clara, una joven estudiante de Enfermería.

Como cada día lunes, se dirigía al hospital geriátrico de su ciudad, con un entusiasmo característico (el resto de sus compañeros, no disfrutaba tanto el área de geriatría) lo cierto es que, desde muy pequeña, Clara demostró una curiosa conexión con los adultos mayores. Desde largas charlas, hasta ayudarlos a cruzar la calle. Tal vez no parezca haber algún tipo de conexión entre estas acciones tan cotidianas, pero.. no importaba cuantas personas hubieran en el lugar, siempre se dirigían hacia ella. Algo especial parecía ocurrir en esas situaciones.

Comenzaba los primeros segundos de las seis horas que le quedaban por delante, con una sonrisa y «chispa» incomparable, dispuesta a brindar la mejor atención, a quienes (según ella) más lo necesitaban. A medida que transitaba el largo pasillo que conectaban a las habitaciones, ella hacia notar su presencia mediante un tarareo en un tono bajo, constante y dulce. Clara sabia que no solo estaba ahí para cumplir con los procedimientos que su carrera le demandaban. Ella sabia, que no menos importante, era el contacto humano, es decir, un abrazo, una sonrisa en un momento de desesperanza, una mirada cómplice.. acciones que parecen pasar desapercibidas en la vida cotidiana, pero que en los geriátricos, suele escasear.

Muchos de los ancianos que allí residían, no recibían visitas de ningún tipo. Era como si su vida hubiese comenzado dentro de la habitación que les fue asignada. Clara, conocía muy bien la situaciones de a quienes ella, de manera cariñosa llamaba «Abuelos». Ésta situación de abandono, lejos de preocuparle de más, la impulsaba a querer estar presente y dar todo lo que estuviera a su alcance.

Había una anciana en particular, su nombre era Ana. Su habitación era la numero 12, donde pasaba gran parte del tiempo. Afecciones como Parkinson, Diabetes y Reuma conformaban parte de su historia. Como mencione anteriormente, pasaba gran parte del tiempo en su habitación debido a su reuma avanzado. Podía a duras penas llegar hasta el baño. De ésta manera, Ana, perdió toda interacción con los demás ancianos. Ése día, Ana, estaba en la lista de paciente a los cuales Clara debía atender.

Ni bien se acercaba a la habitación número 12, Clara, miraba la historia clínica de Ana, para ir conociendo un poco mas sobre su paciente. Al llegar, observo la habitación, vio que Ana, estaba recostada. Puso sus pies dentro y se presento. Ana, no aprecia interesada en responder. Clara intento nuevamente con un comentario al alzar, algo así como «¡Que frío! ¿No?» a lo que Ana, sólo respondió levantando sus hombros. Éste tipo de situaciones, solían ser habituales, teniendo en cuenta que muchos de los ancianos, no se sentían a gusto con su situación, pero Clara sintió algo mas. Dejo de lado los materiales que había traído para realizar un control de rutina sobre los signos vitales, para conversar con Ana.

Ana, se mostraba dubitativa al principio (era de esperarse, ya que ellas jamás se habían visto anteriormente) con la paciencia inquebrantable que poseía Clara, la conversación de a poco comenzaba a fluir. Hace poco, se habían cumplido algunos años desde que Ana había ingresado al Hospital Geriátrico, no supo establecer una fecha con exactitud, le contó además, que sólo recibía la visita de una sobrina, la cual por cuestiones laborales sólo podía visitarla por dos horas tan sólo un día a la semana. Mientras la conversación seguía su curso, Ana parecía estar más relajada, distendida, situación que Clara aprovecho para poder llevar a cabo los controles de rutina. Una vez finalizados dichos controles, Ana notó que al terminar, Clara debía retirarse para seguir con los demás pacientes, por lo tanto, se mostró agradecida por la amabilidad y dulzura que le había brindado. La sonrisa de Ana. no engañaba a Clara, quien bien sabia que había algo mas.. antes de retirarse, Clara le pregunto a Ana, como se encontraba realmente. La postura de Ana, cambio por completo, sabía que no podía ocultar tanta angustia y menos frente a una pregunta que denotaba una cierta preocupación hacía su bienestar.

Ana la miro fijamente, sujeto sus manos ejerciendo cierta presión y con voz temblorosa y casi susurrando, le dijo «Quiero morir.. a mi edad, ya no hay nada bueno para mí» Clara, atónita, no supo que decir. Era la primera vez que se enfrentaba a una situación de inmensa magnitud. Solo pudo correr su mirada hacia el piso, para evitar que Ana, notara las lagrimas que brotaron de sus ojos con tanta fuerza.

Ana sabia, que no había respuesta ni consuelo ante su confesión. Sabia que sólo era cuestión de tiempo, para que ambas secaran sus lagrimas y se dispusieran a continuar con su día. Clara, por su parte, seguía sin encontrar las palabras correctas pero le prometió a Ana, visitarla cada vez que fuera posible. A pesar de todo, el día debía continuar y no, no fue fácil.

Días mas tarde, Clara pregunto por Ana. Desde el Hospital Geriátrico le informaron que había fallecido. Una sensación extraña se apodero de ella en ese momento. Con las manos en su pecho, pensó «Tal vez ahora, se encuentre mejor»

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