Marita ( Mara)
En un mundo de oscuridad y tristeza, Marita era la única esperanza, ella parecía poseer la varita mágica que todo convirtiera, en un paraíso de colores y eliminara toda añoranza.
Marita vivía con sus padres en un pueblo, junto a la Bañeza. Al igual que la capital, ella era pequeñita, pero con enorme corazón y, lo mismo que a un León, nada la asustaba, ni la oscuridad, ni la tristeza.
Los estudios la entusiasmaban, de su clase, era la primera. Estaba llamada a ser una gran persona, no otra más cualquiera.
Pasaban los años y Marita iba creciendo, de ser una dulce niña, en una hermosa mujer se estaba convirtiendo.
Un día frente al espejo, una extraña sensación tubo. Sus ojos emitian un raro reflejo y sus manos un enorme poder, que con gran destreza, retuvo.
Una voz que salía de todas partes, a Marita se dirigía : desde ahora mismo tu serás Mara, la diosa de la alegría. Tus ojos inundarán el mundo de bondad y simpatía. Tus manos eliminarán la maldad y resurgirá un nuevo día.
Así, a la mañana siguiente, Marita que ahora era Mara, la diosa de la alegría, se despidió de sus padres, y comenzó su camino hacia todas partes, con la mejor de las filosofías.
Por cada lugar que pasaba, la oscuridad daba paso a la mejor de las mañanas, con la claridad de sus ojos, se le abrían todas las ventanas. La maldad se convertiría en nobleza a cada toque de diana.
Angel Márquez Díaz
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