El viaje sin retorno

El viaje sin retorno

Antonio Fernandez

19/08/2019

Estamos llenos de contrastes, la vida se ufana de ello, y como es arriba, no necesariamente es abajo, durante mucho tiempo condene el relato de mis viajes al mas profundo ostracismo por miedo a que se arrojara sobre mi la sentencia de la insanidad, ahora, en donde me encuentro, separado de mi cuerpo por gruesas capas de distintas realidades, lo que opinen quienes hacen alarde de su cordura no podría afectarme de ninguna manera, espero que usted amado lector no juzgue mi decisión.

Mi primer viaje fue en la víspera de la Nochebuena, mi época favorita, de los pocos momentos en que esta toda la familia junta, y el olor a galletas preparadas por mi madre inunda el hogar, aquella noche, cuando me recosté en mi cama, experimenté con gran estupor como mi cuerpo se relajaba como nunca, había perdido la capacidad de sentir mis extremidades, no podía abrir mis ojos, solo podía controlar la respiración cada vez más agitada a medida que descendía en los umbrales del sueño.

Acto seguido, mi cuerpo casi inerte fue sorprendido por una enorme ventisca, que cubría por completo mi humanidad, estaba seguro que había dejado la ventana cerrada, no era nada de mi cuarto, de mi realidad, era el preámbulo casi ritualista que me acompañaría en ese y los viajes posteriores.

La primera realidad a la que fui me mantuvo horrorizado por días, al punto que tenía miedo de cerrar mis ojos, ya que venían a mí como imágenes frescas aquel lugar, era oscuro, frío, lúgubre, carente de vida, sombras espectrales se erigían del suelo que los expulsaba cual volcán por los aires antes de volverlos a engullir, estas sombran intentaban tomarme para hundirme en el abismo con ellas, desolación, angustia, ansiedad, en mi realidad jamás había experimentado sensación similar a la que viví en aquel abismo atemporal.

El segundo viaje fue en el año nuevo, y fue a la misma realidad, pero esta vez me encontraba yo en una balsa intentando remar sobre un estanque rodeado por enormes montañas, en la oscuridad de la noche se asomaban de ella seres inmensos cuyos brazos se alargaban hasta mi intentando tomarme, con todas mis fuerzas remaba para evitar ser alcanzado.

Experimente muchos viajes a la zona que denomine la zona oscura, cada viaje fue peor que el anterior y el sobresalto cuando me despertaba amenazaba mi paz mental ya debilitada por trémulos sueños que no se contrastaban con mi realidad.

En mi vida cotidiana todo marchaba bien, o digamos normal, en el colegio, en la casa, con mi familia, el origen de estos viajes extrasensoriales, estos sueños tan vividos no tenían explicación posible, y aquellos seres de aquel mundo que me acosaban, empezaba a verlos en mi día a día, como un cruel intento de traspasar aquel funesto mundo y entrar a mi realidad.

Pudiera decir que con el tiempo, el ser humano se acostumbra aun a lo mas hórrido que experimenta, cada viaje me producía menos miedo, como si de superar una prueba se tratara, de nuevo el contraste aparecía como una cruel burla a la prueba espontanea que se erguía sobre mí, me costaba conciliar el sueño cuando me entere de que mis padres estaban en discusiones de divorcio, en esta ocasión no había vuelta atrás, a partir de ese momento mi viaje a otra realidad cambio sustancialmente cuando fui a la zona tenue.

El lugar era dual en su composición, sonidos y sensaciones, había zonas de luz y zonas de oscuridad, zonas en las que sentía profunda paz donde se escuchaba el sonido de instrumentos de cuerdas y flautas a un ritmo acelerado, a veces voces en contralto, que te hacían sentir eufórico, mientras que la zona más oscura, el ritmo era más lento, evocaba sentimientos como la melancolía, la soledad y la resignación, pude conocer algunas almas que transitaban por esta realidad dual, algunos residían en la zona de luz junto con otros, mientras que otros se sentía mas cómodos en las zonas oscuras, en cada viaje intente recorrerlo en su totalidad, pero es demasiado vasto para ello, justo aquí encontré la manera de quedarme en el lugar el tiempo que yo quisiera antes de despertarme.

En mi realidad ya nada me motivaba, la escuela dejo de interesarme, en mi hogar mis padres se separaron, mi hermana cayó en una enfermedad que la mantenía en cama todo el tiempo, y su diagnostico era poco alentador, dormir largas horas se convirtió en mi refugio, en un bunker en el que la tragedia de mi existencia no podía penetrar mi mente, eran estos momentos en que entendía porque algunos decidían estar en las zonas oscuras en lugar a las de la luz, nadie quiere que se ilumine un rostro compungido cuando la oscuridad te ha imbuido; Pero, cuando estamos cerca del precipicio, cuando se pierde las perspectivas es que hay siempre un nuevo comienzo, vino para mí en la realidad en la que me encuentro, había encontrado el refugio perfecto.

Paz, alegría, felicidad tres cosas que en mi realidad no experimentaba encuentran aquí su lugar para morar, los jardines de hermosa vegetación y colores que jamás había visto adornan la vista mientras el suave sonido de la cascada me produce sosiego, el contraste no puede ser más lejano entre sus extremos, mi hermana ha muerto, mi padre revelo su verdadera razón de abandonarnos, tiene otra familia, y yo, solo cuento las horas para dormir y poder visitar la zona de plenitud.

Que nadie me juzgue, no soy un cobarde, solo soy quien reconoce no poder luchar más, mi decisión está tomada, he decidido emprender un viaje sin retorno.

La carta fue encontrada en la mesa de noche de Joel, aunque sus padres han hecho innumerables esfuerzos y ha sido tratado con los médicos más calificados, nadie ha podido sacarlo del estado vegetativo en que se encuentra desde hace cuatro años.

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