Siento ira retenida en mis células… la rabia contenida y no expulsada de mi sistema.
Cuando miro dentro, solo veo contaminación… la contaminación del irascible corazón debatiéndose entre furia y amor.
Lo peligroso de la ira es que la entregas a quienes menos la causaron…
La ira elige entre la vulnerabilidad y la inocencia para hacer de las suyas, y busca lastimar a quienes más amor te profesan.
Cuando miro sus ¡ojos!, y veo mi reflejo, solo siento en mi corazón un gran desasosiego… Él tan inocente y yo tan amargada…
Qué culpa tiene ese pequeño lirio de haber crecido de la entraña de una rama espinosa sin ser esa su naturaleza…
Pequeño niño, siente mis latidos; dejaré ir mi rencor y no lastimaré más tu candidez…
Prometo ser fortaleza, dulzura y amor para tu pequeño corazón desbordado de belleza…
La ira solo es necesidad de poder… es el arma de los débiles y yo ante ti soy de caramelo…
El secreto de mi alma.
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