Recordarás que te decía reina

Un día me iré

y quedarás lamiendo mi sombra
como una gata ciega
Nada habrás olvidado
pero tampoco responderás
de nosotros
Te parecerá atroz haber subido a mi costado
atrozmente dulce como el suicidio que
obtenemos.
Recordarás que te decía reina
cuando me enjuagaba los pies en tu
pelo
mientras me pedías perdón por ti
como una esclava
todo lo recordarás.
cuando te lamía los vértices como un
—gato ciego lamiendo tu sombra—
como el mar que respira contra el
muelle.
Un día me iré
y el genital imperio de los astros
que te hice sombra
te quedará en tu orgullo
como de hembra
orgullosa por el soldado muerto

35.

Cuando se logra la medida de las
imposibilidades es la magnitud del milagro.
No mediando nada, por lo menos, visible
mente, divino, el milagro sería mi fuerza.
No quiero nada más allá de mí. Soy
suficiente para mí y la gente que me pasa
y a la gente que yo le paso tenemos la humana modestia
o inmodestia de medir con nosotros nuestros
méritos, por otra parte iguales a los de cualquiera.
Sé lo que quiero, sé cómo lo quiero. Por eso
rechacé tantas veces lo que quiero. Porque venía
de otra forma que la que yo puedo por mí mismo.
No necesito escribir las cosas para cerciorarme
de mí mismo. Ni siquiera escribir que no
necesito escribir. Ni siquiera que ni siquiera.

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