Martín Martin Investigador Privado

Martín Martin Investigador Privado

Marty Burgos

06/05/2019

Introducción

O lo que sea…

Quien soy?

Estás seguro de que quieres saber?

Si alguien te dijera que soy solo un tipo ordinario, al que no le interesa el mundo, estaría mintiendo.

La verdad es, que hubo un tiempo en que mi vida era un poco menos… complicada.

Mi historia no es para los débiles de corazón, esos que se quedan los domingos, viendo el clásico en la TV, sentado en su sillón favorito y gritándole al televisor por un penal mal cobrado.

Yo estoy allí afuera, peleando por un mundo más justo.

O eso es lo que pensaba.

Ahora, colgado cabeza abajo en esta construcción, me replanteo muchas cosas.

Y me arrepiento de otras.

Que quien soy?

Mi nombre es…

—Usted es el señor Martín Martin?

—Eh… sip.

—Petronio Martín Martin?

Bien… sé lo que están pensando: Quien carajo se llama así? O quien es capaz de nombrar a su hijo de esa manera?

Resulto que hace años atrás, mi padre casi se ahoga en una excursión hacia no recuerdo que río. Cayo al agua, y este hombre lo rescato.

Mi padre en agradecimiento a este tipo, por una tarea más allá del deber, le prometió que nombraría a su hijo como este hombre: Martín Bustos.

Lo de Petronio… viene de mi madre.
Más bien de mi abuela materna, cuyo padre se llamaba Petronio Jerónimo Alonso.

Y en honor a eso, quería que al menos su hija, cumpla con los honores de nombrar a su nieto con este maravilloso nombre.
Podrían haberme nombrado Pedro, que tiene el mismo significado… pero no, tenían que ser originales y nombrarme Petronio.

Hay que agradecerle a las abuelas ese maravilloso placer, no?

Las burlas que recibí en el colegio por eso…

Y hay que agregarle que era además, hijo único.

Pero quizás eso haya ayudado a no ser un paria en la sociedad.

Ya desde chico tenía este don del carisma.

Con solo abrir mi gran bocota podía lograr que mis padres me redujeran el castigo, cada vez que me mandaba alguna travesura.

Mis padres, fallecieron… murieron en un viaje festejando su 26º aniversario de casados.

Así que vivo solo desde entonces.

Por suerte siempre tuve un buen desempeño en diferentes labores.

Mi profesión?

Pues… pase por una gran gama de trabajos diversos.

Como dije, soy bastante flexible en eso.

Pero es que además me era imposible estar en un solo trabajo durante mucho tiempo.

Era bueno, pero me aburría mucho.

A los 3 meses, ganaba suficiente dinero como para renunciar y salir en busca de otro trabajo.

De momento, me encontraba empleado en un videoclub muy reconocido.

Cuando repentinamente, un día, tocaron a la puerta de mi casa:

—Si?

—Usted es el señor Martín Martin?

—Eh… sip.

Dos tipos de gran porte, estaban parados en la puerta de mi casa, con lentes oscuros, y ropa casual negra.

Mi primera impresión fue que estos tipos eran unos terminators venidos de un futuro muy pobre.

— Petronio Martín Martin?

—No suelo usar mi primer nombre, pero si, soy ese.

—El señor Goyeglió requiere su presencia inmediatamente.

—Quien…?

—Valentín…Francisco… Goyeglió. Es un placer tenerlo aquí, señor Martin. He oído hablar mucho de usted y de sus habilidades. Ciertamente usted es alguien difícil de encontrar.

Valentín Goyeglió, para quienes no lo conozcan, es un reconocido empresario de la ciudad de San Carlos.

Su familia emigró unos cuantos años atrás, desde Europa.

Se dedicaban a la industria chocolatera.

Pero tras tercera generación que habitaba la pequeña ciudad de San Carlos, su industria, y su capital monetario se expandió, abarcando otras importantes áreas empresariales, tales como la industria del transporte urbano, o el negocio Inmobiliario.

Las malas lenguas, siempre aseguraban que habían otros negocios aún más grandes y turbios.

Lo que es aún mas importante, Valentín Goyeglió preparaba ese mismo año, su candidatura para intendente de San Carlos.

Así que imaginaran mi sorpresa cuando alguien como él requirió mi presencia.

—Señor Martin, he requerido de su presencia y de sus habilidades para ofrecerle un acuerdo.

—C…claro, dígame usted, estoy a su servicio, jeje…

—Necesito que rastree a esta mujer.—dijo, mientras me acercaba una fotografía.

—Su… hija?

—Jajajajajajaja… Me agrada Sr. Martin, tiene usted un buen sentido del humor.

—Jejeje… vio?

—Quiero que la busque, la encuentre para mí, y a cambio, le daré aquello que usted más aprecia.

Biiieeeen…
Díganme, alguno de ustedes, que respuesta darían en estas circunstancias?

Se trata solo de rastrear, de buscar a esta chica, nada más.

Y a cambio, puedo tener una cuantiosa recompensa.

Lo que me viene muy bien, ya que el empleo del videoclub no paga lo suficiente. Y aburre.

Uno tiene que sobrevivir, no?

Además… este es un tipo poderoso en la ciudad.

Ya lo decía mi padre cuando yo era pequeño:

—Martín, hijo, hay que aprovechar todas las oportunidades cuando llegan a tu vida. No siempre llegan, y no siempre podemos tener la sabiduría para reconocerlas cuando llegan. Así que cuando reconozcas una oportunidad que toca a tu puerta, tómala, y aprovéchala mientras dure.

—Por supuesto, señor Goyeglió. Encontrare a la chica para usted. Solo… puedo preguntar…?

—Es mi novia. Es eso lo que rondaba su cabeza, señor Martin?

—…Eh… sí. Curiosidad más que nada. Y como se llama ella?

—Los datos están anotados detrás de la foto. Esperaré impaciente noticias suyas. Tenemos un trato entonces…?

—Claro señor Goyeglió.—le respondí fervientemente, mientras estrechaba su regordeta mano.

Pobre de mi…

Fui tan estúpido.

Vamos a reconocerlo: soy algo ingenuo.
De hecho, si lo hubiese pensado en ese momento, habría notado algo raro.
Pero la idea de un trabajo para un tipo como este, no podía dejarla pasar.

Asumí que se refería a alguna de mis habilidades que agracié en trabajos anteriores.

Como dije, tengo un curriculum vitae muy extenso e inmejorable…

Tal vez mi único defecto sea que no soy muy bueno juzgando a las personas.

Y por que no? Les caigo muy bien a todos!

Pregúntenle a algunas de mis ex novias, o a mis ex-jefes.

Puede que tarde un poco en reaccionar.

Así que pueden mencionarlo: no soy tan inteligente.

Pues bien.

Su nombre era Ana Benítez. 30 años. Pelo castaño. Ojos color miel.

Labios sexys…

Ahora, como carajos encontrarla?
Recurrí a lo único que se me ocurrió primero: buscar en la guía telefónica.

Y así lo hice.

Conté las que podrían ser tres diferentes Ana Benítez en la ciudad.

Visite a la primera:

—Buenas tardes, hola, que tal, como esta usted? Lamento la molestia, pero estoy buscando a la Srta. Ana Benítez…

—Es mi esposa, por qué? Usted quien es?

—Oh, perdón, es una vieja amiga de la cual no tengo noticias hace un tiempo. Por eso la busque en la guía telefónica y estoy visitando las direcciones con coincidencia. Tengo una foto aquí mismo.

—Bien, a ver… jajajajajajajajaja… No, no. Ni por asomo tendría esa suerte. Mi mujer es 50 kilos más ancha, y 30 años más vieja, jajajajaja…

De fondo, se oía una voz femenina que se acercaba gritando e insultado al pobre marido:

—De quien estas hablando, viejo decrepito e impot-

—Ohbienperdonelamolestiamuchagraciasporatendermehastapronto. — y salí rápidamente del ahí, antes de que el pleito venga hacia mi persona.

Opción 1: tachada.

La opción 2 no resultaba muy alentadora, ya que se encontraba en uno de los 5 barrios más peligrosos de San Carlos.

Estaba a punto de optar por la tercera Ana Benítez en la lista, cuando un automóvil, un Peugeot 505, de color negro, llamo bastante mi atención.

No seria más que un simple remisse en todo caso, si no fuera por que uno de los ocupantes, ya se me hacia conocido: era uno de los empleados de Goyeglió.

Fue allí que tuve la “feliz” idea de acercarme a saludarlos.

Pensé muy idiotamente que, tal vez, me venían a dar una mano.

—Hola muchachos, cómo están? Que los trae por aquí?

—…—pusieron cara de póker…

—Eeeh… avisenle al señor Goyeglió que la investigación va viento en popa. Solo necesito ver un par mas de lugares, pero sucede que uno de esos lugares esta por allá dentro, en este barrio de mala muerte. Si pudieran darme un manito y ayudarme, cosa de entrar y salir rápidamente…

La mirada seria y fija en el horizonte de estos muchachotes, como quien esta sumando algo mentalmente, no me daba muy buenas vibras.

—Oigan… siguen ahí o hay que cambiarles las baterías?

Uno de los dos individuos, giro su cabeza hacia mí, con claras señales de que mi chiste de Terminator no les agrado para nada.

Acto seguido, abrió la puerta del vehiculo, me tomo por el cuello, juraría que también me levanto en el aire, y me tiro sobre el capota del auto, boca abajo.

Se me acerco un poco, y luego me dio el gran indicio de que estaba metido en caca de perros hasta el cuello.

—Mira, Piñón Fijo. No estamos aquí para jugar tus jueguitos. Ahora vas y cumples con lo que se te encargo, o tu próximo chiste lo harás en tu funeral.

Enseguida se abrió un poco su chaqueta de cuero, dejándome ver su arma.

Tragué saliva. Se me hizo un nudo en la garganta.

Su actitud, y el arma… ahí junte todo en mi cabeza y me di cuenta de estaba en líos, en graves líos.

Si jugaba bien mis cartas, tendría dinero… y mi vida para disfrutarlo.

De lo contrario, seria otro cadáver que aparece por ahí en las noticias, el que todos vieron, pero nadie sabe nada.

Luego de que el mastodonte me soltara, me dirigí caminado hacia el barrio.

De pronto no se veía un lugar tan malo, y creo que hasta visualice cierta esperanza ahí dentro, de encontrar a la chica y terminar con esto.

Pero claro, si fuese repentinamente tan fácil no estaría aquí, colgando cabeza abajo.

A la distancia, se veía un grupo de jóvenes… de selectos y pintorescos jóvenes ociosos, que me miraban acercarme, como un grupo de lobos, ve a una oveja perdida caminar por la pradera.

Pero no eran solo ellos, más gente del lugar me miraba.

Luego descubriría que se trataba de mi forma extraña de caminar: estaba tan asustado que con cada paso mis piernas temblaban.

—Por favor, Dios… si estas ahí, si existes… perdón por poner chicle en el asiento de la profesora en tercer grado.

Perdón por culpar a Josecito del crimen. Perdón por haber tomado la virginidad de mi vecina…— iba rezando en voz baja— Por favor Dios, ayúdame…

— Jehová siempre ayuda, hermano.

Cuando escuche esa voz a mi derecha, provenía de un grupo religioso que estaba en la zona.

Y mencione que soy bueno hablándole a las personas?

—Hermanos! Hermanos míos! Que placer divino encontrarnos aquí!

—Hermano, siempre estamos aquí y en todos lados, al igual que Jehová en tu corazón…

—Cuanta verdad hermano. Agradezco enormemente su presencia. Este encuentro ha sido planeado y bendecido por Jehová, nuestro salvador. Justamente, he venido en una pequeña misión de ayuda al prójimo, pero me veo dividido por otra tarea igualmente importante. Si ustedes fueran tan amables de ayudarme, a ayudar a otros…

—Dinos, hermano, lo que sea por brindar luz.

—Estoy buscando a la Srta. Ana Benítez, quien vive en este barrió. Si les fuera posible, que la contacten, y le pidan que llame a este numero. Es de un familiar cercano que ha enfermado… yo debo ir en otra dirección, unos huérfanos necesitan que les lleve el cargamento de alimentos.

—Así lo haremos hermano, así lo haremos, y que Jehová sea la guía y luz en tu camino… ve tranquilo.

—Y en el tuyo también hermano, en el tuyo también…— Genial! Al fin, alguien le daba un buen uso a esta gente por demás insoportable.

Solo esperaba que mi plan no se fuera al caño.

Alejándome del lugar, espere la llamada en mi teléfono celular, de la presunta Ana Benítez.

Al cabo de 10 largos minutos, sonó mi celular, con un número desconocido para mí:

—Hola, quien habla?

—Srta. Ana Benítez?

—Sra. Ana de Benítez. Quien es usted? Quien habla?—me dijo la voz de una mujer claramente mayor.

—Oh, mil disculpas, señora, nos hemos equivocado de persona. No se preocupe, todo está bien. — y corte.

Ya con esto, evite adentrarme en ese barrio peligroso, y logre obtener la información correspondiente.

Solo me quedaba una Ana Benítez en el directorio, y estaba en un barrio más normal.

Aborde el transporte público, y casi saboreando el encuentro con la chica, me relaje un poco.

No paso mucho tiempo, en que estando a 4 cuadras de la dirección en cuestión, como es normal aquí, el autobús se estropeo.

Todos los pasajeros se bajaron indignados por el servicio.

Yo no fui la excepción.

Cuando baje, note el mismo auto de mis amiguitos, aminorando la marcha unos metros más atrás.

Era obvio que estaban siguiéndome muy de cerca.

Y a juzgar por su forma de conducir, y el auto, no tenían ningún inconveniente en hacérmelo saber.

Seguían igual que siempre, serios, parecía no afectarles el calor de la tarde, y fumando.

Tipos vestidos de negro, dentro de un auto negro.

No podían ser mas obvios!

Y eso era un doble problema: primero, llamaban mucho la atención para la zona en donde estábamos, quizás algún policía los encontraría sospechosos y los detendría.

Y por otra parte, tal vez la chica se asuste al verlos cuando la encuentre.

Reflexione un poco mientras viajaba en el autobús.

Por que la “novia” del gordo Goyeglio, necesitaría ser buscada?

Quizás se escapo, quizás se pelearon.

Quizás no sea su novia y el gordo esta obsesionado con ella.

Jamás me especificaron que debía hacer luego de encontrarla, solo hallarla.

Y con esos tipos ahí, es probable que la iban a secuestrar o algo similar.

Tendría yo la fuerza y maldad como para buscar a esta hermosa chica y entregarla a tan odioso gordo corrupto?

Por otra parte… que me pasaría si no lo hacia?

Pues ahí estarían los dos tipos de negro, en su auto negro, para poner mi futuro negro.

Camine por la calle Mitre, la calle principal y mas turística de la ciudad.

Mil pensamientos pasaban por mi cabeza, tratando de resolver el problema en el que yo solito, por bocón, una vez más me metía.

Pase a un kiosco a comprar un jugo, ya que el sol apremiaba un poco a esa hora.

Se veía poca gente por la calle.

Luego recordé las enseñanzas de mi maestro Millagi.

No, no de mi maestro de artes marciales o ni nada parecido, mi maestro de matemáticas en la secundaria: Facundo Millagi.

Cuando yo tenía problemas para resolver algún problema (jeje), me repetía:

—Martin, es usted un pelmazo. Si en vez de charlar y seducir a sus compañeras, pusiera todo su esfuerzo en los estudios, no tendría problemas en resolver estos ejercicios.

Enfoque su mente en lo que tiene delante de sus ojos, no lo que tiene delante de su pito.

Ah, que tiempos aquellos… cuando era mas joven y tenia éxito con las mujeres.

Luego no sé qué demonios pasó que perdí mi belleza.

Mi rostro se termino de alargar, y deje que tener la belleza familiar de mi madre, para parecerme más a mi padre.

Estúpidos genes familiares…

Como sea que fuere, me senté en el banco de una plaza cercana, y comencé a enfocarme.

Sé que algunos esperan ese momento en donde el héroe se concentra y da un excelente ejemplo de sus facultades eximias, y demuestra ser un Sherlock Holmes, un Dr. House, un Tony Stark, un Batman!

M-A-D-U-R-E-N.

Soy un idiota al que el jefe llama la atención por que con frecuencia no puede encontrar el titulo de una película en la computadora del videoclub.

No soy el tipo que ve defecar a una paloma, y que gracias a como cae y se desparrama el excremento en el parabrisas de un camión, resuelve todo el caso.

Soy el que se sentó en un banco, sorbió un trago del jugo, y uso su razonamiento simple, como cualquiera de ustedes.

—Bien… Goyeglió me encarga que encuentre a su “novia”.

Si me pide que la busque, es porque esta pérdida o porque no quiere ser encontrada por el gordo.

Si la conoce, debe saber donde vive o quienes son sus familiares, por lo cual… oh, Dios… esta búsqueda simple de casa en casa es estupida!

Si, ya lo dije, soy lento para darme cuenta de las cosas mas obvias, no hace falta que lo digan.

—Por otro lado, aun no sé que demonios hago acá, por que razón me busco este gordo… Es un caso para la policía o algún detective privado.

Si la amenazó, pues no creo que quiera a la policía. Aun no es tan poderoso como para controlar a la policía… o al menos eso creo.

Me habrá confundido con algún detective privado quizás?
No. Aparecieron en MI casa, buscándome por MI nombre.

Entonces debe ser por que he tenido diversos trabajos, mas que los que puedo recordar, y conozco a muchísima gente.

Eso es bueno!

Tengo habilidades buenas, y tengo que usarlas.

Decidí ir hasta la casa de la chica.

Un familiar podría vivir con ella y darme información.

Llegue a la dirección: era en el viejo edificio Macros Center.

Se construyo en los ‘70s, y fue muy criticado por ser un armatoste feo, enorme y caro.

Se pensó como el edificio más grande de la ciudad, un centro urbano futurista. De ahí que le pusieron Macros Center.

Pero en realidad tapaba la visibilidad y afeaba el paisaje de la plaza principal, que en vez del monte boscoso de fondo, estaba este adefesio urbano.

Ana vivía, supuestamente en el 10º D.

El ascensor no funcionaba hacia meses, así que tuve que usar las escaleras.

Mientras subía, notaba como el lugar estaba en plena decadencia.

En algunos pisos altos, habitaban prostitutas VIP, o “Damas de compañía”, como hacían llamarse en los anuncios de los diarios.

Ya se había hablado hace unos meses de demoler este armatoste horrible, para construir algo mas acorde con el paisaje, y la orden para hacerlo se venia debatiendo en el municipio hace por lo menos dos meses, y un mes en los diarios locales.

Gente a favor y gente en contra.

Y ahí estaba, con departamentos deshabitados y otros aun con gente.

Llegue al 10º piso, deseando haber comprando dos botellas de jugo en vez de solo una.

El departamento de Ana Benítez, se encontraba en la parte mas alejada del piso, y por lo visto, había muchos otros vacíos.

Uno pensaría que un lugar así, estaría lleno de drogadictos o borrachos… pero supongo que ni los drogadictos, ni los borrachos tenían la paciencia o la fuerza para subir los 10 pisos e instalarse por ahí a ceder ante sus respectivos vicios.

Llegue a la puerta, y la encontré entreabierta, lo cual no me gusto para nada.

El departamento si daba señales de estar habitado, pero parecía no haber nadie en ese momento.

Golpee suavemente la puerta.

Nada.

Golpee bruscamente la puerta a la voz de:

—Hay alguien en casa?

Nada.

Con dos dedos, empuje la puerta abriéndola, y descubriendo el lugar revuelto, desordenado.

Podrían haber sido ladrones… Pero en ese caso, uno es lo suficientemente inteligente como para darse cuenta de que los ladrones se llevan las cosas, no revuelven todo y lo dejan ahí.

O bien serian ladrones de gustos refinados.

Mi única idea en ese momento, es que habían revuelto el lugar por que buscaban algo.

—Hola…?—volví a preguntar.

Nada.

Cuidadosamente, registre el lugar en busca de alguien.

Era claro para mí, y supongo que mucho antes para ustedes, que la razón por la cual Goyeglió buscaba a su “novia”, se debía que seguramente ella le robo algo importante, y Goyeglió lo quería de vuelta.

Drogas? Dinero? Joyas…?

Quizás grabo una conversación secreta de Goyeglió realizando un negocio turbio con algún otro mafioso, para presentarlo como prueba.

Que?

QUE??

Trabajo en un videoclub y eso da tiempo para aprender de todas las tramas detectivescas repetidas…

“Que necesito de este lugar?”, pensé. “Contactos!”

Necesito direcciones, teléfonos, contactos de personas.

Bueno, al menos en las películas eso sirve.

Solo encontré un anotador al lado del teléfono.

Aja! El famoso truco de pasar suavemente lápiz por encima de la hoja, y todos los datos marcados quedarán a la luz!

Lo hice.

Y resultó, solo que lo que encontré me dejó perplejo.

Que carajos????

Alguien conocía ese truco, y quizás ante la posibilidad de que alguien mas, en este caso yo, entrara y quisiera hacerlo, se encontraría con ese particular mensaje.

Ok… eso no funcionó.

Cual es el segundo truco de las películas?

Ah, si: apretar “remarcar” en el teléfono, y ver cual fue el último número al que llamaron.

El teléfono habrá sonado unas 5 veces, hasta que atendió una contestadora automática:

Usted se ha comunicado con el con numero 4432399. En estos momentos el usuario marcado no puede atenderlo, por favor, deje su mensaje después de la señal.

—Emm… nada.-y corte.

Me puse nervioso y no supe que decir, pero memorice el numero con algo de dificultad.

Sin saber más que hacer, sentí que era riesgoso estar en ese lugar.

Ya sea que aparezca la dueña, la policía, o los matones de Goyeglió.

Y que le diría al gordo?

Pues lo primero, sería intentar zafarme del asunto.

—Hola, señor Goyeglió? Ah, perdone, me podría dar con él? Soy el Sr. Martin.-pasaron un par de minutos hasta que atendió.

—Hola, Sr. Martin, espero que su investigación este dando frutos.

—Hola, señor. No, por desgracia me he topado con algunos inconvenientes…

—No diga más, venga a verme a mis oficinas, lo discutiremos en privado. Le informare a mis hombres que lo acerquen.

Y me colgó.

No, no me colgó de los pies como ahora.

No en ese momento, quise decir que me colgó el teléfono.

No se adelanten, sean pacientes.

Ni bien salí del edificio, los dos gorilones me esperaban con la puerta trasera del Peugeot abierta.

Me llevaron de vuelta a las oficinas de Goyeglió, y allí me encontré con el gord… digo con el señor.

—Pues bien, tome asiento señor Martin, siéntase cómodo. —me dijo mientras encendía su cigarrillo.

—Como le había comentado por teléfono, me cruce con algunos inconvenientes. Creo que me tope con un callejón sin salida.

—Usted dígame…

—Localice la casa, el departamento de la chica, de su novia, y no estaba.

No encontré a nadie, y parecía que su departamento había sido robado.

—Eso no es bueno.

—No, claro que no. Si me permite sugerirle, creo que aquí hay una línea que no me conviene pasar. Esto quizás me supere. Quizás sea necesaria la intervención de la policía. Podría haber sido un robo, o un secuestro.

Vio como están los problemas de inseguridad hoy en día. Y más en el lugar en donde ella vive.

Me miro unos segundos, luego se reclino en su silla, mirando el techo, absorbiendo el humo del cigarrillo.

Asumo que estaría meditando la situación.

Yo proseguía con mi informe:

—Es lamentable para mí en esta situación. Me siento fracasado de no poder cumplir con un simple encargo. Siempre fui bueno para estas cosas pero ahora… y no quisiera proseguir en una dirección de investigación en la que no soy muy bueno.

Conozco mis limitaciones y creo que de seguir, estaría haciendo más mal que bien a la chica, a Ana, a su novia… señor.

—Entiendo, entiendo, Sr. Martin. Usted cree seriamente que Ana ha sido asaltada y secuestrada?

—Es mi presentimiento. Digo, sumo 1 + 1 y me da 2. La forma en como estaba el departamento, el lugar en donde vivía… digo, vive. Ese lugar de verdad merece ser derrumbado, créame.

Mire usted nomás, ayer en la TV dieron otra noticia sobre gente que es secuestrada para realizar extracciones forzadas de dinero de los cajeros.

En que mundo vivimos, no? Ya no se puede vivir así. Confío en que si usted es electo, sabrá la manera de corregir esas cosas.

De mi boca, seguía saliendo un increíble discurso de idioteces una tras otra, alabándolo, tratando de convencerlo de tomar otras acciones, de que yo era una mala elección para encontrar a su novia desaparecida.

Sabia en el fondo que el gordo estaba metido en cosas muy malas, que era un gordo caca… y por lo tanto, debía salirme pronto de esto.

—De lo que me hablo antes, del pago, no se preocupe, no puedo cobrar por un trabajo no realizado bien. Me sentiría culpable de aceptarlo.

No sé si fui mejor político que él, o el gordo era medio idiota, o solo estaba fingiendo.

Pero la cosa es que me dejo ir.

—Tiene razón, Sr. Martin. Me disculpo por ponerlo en esta situación. Tiene razón en que debí haber acudido la policía en primer término. No le di suficiente importancia, por eso acudí a usted. Gracias igual por sus servicios. Aun así, veré que reciba un pago mínimo por su ayuda. Ha perdido todo un día trabajando para mí, lo mínimo es que le pague algo.

Mañana por la mañana, en cuanto pueda, me comunicare con usted para arreglar el pago. Hasta luego, Sr. Martin.

—Hasta luego, Sr. Goyeglió. Lamento por lo que esta pasando.

—Mis empleados lo llevaran.

—No, por favor, puedo caminar, puedo tomar el autobús…

—No, por favor. Yo insisto.

—…Gracias…

Así es como luego de retirarme de la oficina del gordo, iba en el auto con tonto y retonto, hacia algún baldío a que me maten, pues no iban en dirección a mi casa.

Mientras me preparaba mentalmente para lo que sea que me tenían preparado y luchar, llegamos a una esquina normal de la ciudad.

—Llegamos, Piñón Fijo. —Estacionaron frente a un edificio pequeño, ni muy moderno, pero tampoco muy pobre.

Uno de los muchachos, me abrió la puerta del 505, y baje.

Cuando creí que el otro también bajaría, escuche un portazo a mis espaldas, y acto seguido se fueron.

Y me dejaron ahí, frente a la entrada del edificio.

O eran más estúpidos de lo que creía, o aquí había algo raro.

Agradecí el seguir intacto, y solo para salir de la duda, me acerque a la luz de la entrada. Ya empezaba a oscurecer en la ciudad, y los lamparones ámbar de las calles comenzaban a prenderse.

Cuando me acerco un poco más a la entrada, alcanzo a leer algo en el portero eléctrico:

Primer piso: Dentista Dr. Fulgencio Meme.

Segundo piso: Investigador Privado Martín Martin.

Tercer pis

Que???

Pues si, el asunto se ponía mas interesante.

Estaba a punto de ingresar a buscar respuestas, cuando un golpe seco, impacto mi cabeza.

Cuando desperté, sentía que la cabeza me iba a explotar.

No solo por el golpe, me sentía mareado, y todo estaba dado vueltas…

Me llevo unos minutos darme cuenta de que estaba colgando boca abajo, atado por los pies, de una viga, en una zona en construcción.

Y allí estaba… colgando cual Spiderman, y con estos otros idiotas realizándome preguntas cuyas respuestas, simplemente no tenía.

Primero pensé que se trataban de Tonto y Retonto, quienes habían vuelto…

Pero luego note que eran otros idiotas, 4 o 5 en total, un poco más jóvenes, y más activos que los hombres del gordo.

Seria por que aun estaba mareado, confuso… pero no entendía nada de lo que me preguntaban.

Se supone que yo tenía algo de ellos, pero no recuerdo bien.

Pero saben… esto de estar colgado de los pies, no es bueno para la circulación. Toda la sangre se te va a la cabeza, y no puedes pensar muy bien.

De hecho, lo que creí que serian mocos saliendo de mi nariz, y recorriendo mi cara y mi frente, resulto ser sangre…

Luego me desmaye.

Cuando desperté, estaba tirado en el suelo sucio de la misma construcción. Aun no estoy seguro de si deliraba o era cierto, que Gatubela me rescataba…

Desperté un par de horas en el hospital, con un par de oficiales esperando interrogarme.

Les dije la verdad, acerca de que había estado realizando un encargo, y que luego, mientras caminaba de vuelta a casa, alguien o algo me golpeo en la cabeza y desperté ahí en el hospital.

Gracias a Dios que la policía por estos lados, deja mucho que desear en estos aspectos.

Asumieron que se trataba de un caso simple de robo, dijeron que lo iban a investigar, aunque era muy probable que jamás atraparan a los ladrones… lo que en la experiencia de cualquiera que los conoce un poco, se traduce en: “vamos a ordenar una pizza, una gaseosa, y vamos a mirar la repetición del partido de los Domingos en la comisaría, antes que investigar el caso”.

Claro que podría haberles contado todo… y así también meterme en un lío aun mayor, con interrogaciones, investigaciones…
Y quien sabe cómo reaccionaría Goyeglió ante esto.

Al menos sé reconocer cuando las cosas podrían ponerse peor.

Era tarde ya, cerca de la medianoche, así que me tome un taxi, y volví a mi casa.
Asalte el refrigerador para matar el hambre del momento, una aspirina para el dolor de cabeza, y luego me rendí al placer que otorgaba mi fantástica cama.

Creo que reuní la suficiente voluntad y fuerza para quitarme las zapatillas, y algo de ropa. Luego me desmaye hasta el otro día…

Continuará…

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