Súplica de María

Súplica de María

Serafín Cruz

04/05/2019

Soy tu fiel esposa, aunque muchos me miran con cara de desprecio cuando se cruzan conmigo. «Ese niño que lleva en su vientre no es de su esposo», he oído decir a algunos… y a algunas. Pero yo solo siento pena por todos ellos. ¡Con qué facilidad me juzgan! Como si estuvieran en pos de la verdad. Mi fidelidad me ha acompañado desde siempre, José, no dudes en ningún momento de mí, de tu entregada esposa, de la mujer que duerme cada noche contigo y la que despierta junto a ti. Es propio en el ser humano ver la mota en el ojo ajeno, pero no hay mota que ocultar porque no hay mota que empañe la pureza de mis sentimientos; por amor, vida mía, y solo por amor, en mi vientre germina la semilla más perfecta, y será nuestro hijo, y te llamará padre, y me llamará madre, y con nosotros estará hasta que Dios quiera. Nada temas, mi buen esposo, ni a voces ajenas ni a equívocos pensamientos, pues serán erróneas cuantas dudas aparezcan como erróneas serán tus incertidumbres. Tú eres mi hombre, mi único y amado hombre, la otra mitad de mí sin la cual no soy yo misma, tú eres la causa por la que yo me siento realizada como mujer, tú eres mi fuerza y mi apoyo… no desfallezcas ante los rumores pues, además de ser solo rumores, son falsos. ¿Que hacen daño? Lo sé, pero solo si permites dejarte atrapar por ellos. Mira mi vientre, José, mira mi vientre y tócalo, deja apoyada tu mano en él y siente la vida que llevo dentro; la notarás, amado mío, te hará fluir la sangre de forma diferente y sabrás de la veracidad de mis palabras. Esta vida cambiará el mundo, y nos cambiará también a nosotros… nos hará felices y nos llenará de júbilo, y nacerá de mis entrañas porque así ha de ser. ¡Oh, mi dulce compañero, cuán agradecida y grata me siento por ello! Olvida los desaires de la gente al pasar, no les prestes ninguna atención, no la merecen, solo traen desorden a tu mente, obnubilan tu blanca candidez, empañan tu natural bondad, tergiversan tus sanas ideas, tupen tus límpidos criterios y no te permiten tenerlos con claridad. Cree en mí, rey mío, oye solo las palabras que salgan de mi boca y ensordece para las demás. En unos meses vendrán buenas nuevas y lamentarás haber dudado, estoy segura de ello… muy segura. Quédate a mi lado si temes a los que osan insultarme, estando conmigo los evitarás, pues no se cruzarán en tu camino ni dañarán sus malignos argumentos; yo te ayudaré a perdonarlos, traeré de vuelta a casa al marido que tenía antes de que le anunciara mi embarazo, y te convenceré para que no huyas de la realidad, pues nada más bello encontrarás que el amor a tu hijo, a este mismo hijo que pronto nacerá y nos abrirá un camino de esperanzas y de amor.

Estoy algo cansada, José, y tú también lo estarás. Quédate bajo el techo que nos cobija y procura apartar de ti los demonios que te acechan, deja que la noche te provea de un gratificante descanso y no permitas alimentar el pervigilio con mal venidas conjeturas. Nuestro hijo te hará ser el padre más dichoso del mundo… le pondremos Jesús.


Serafín Cruz’19

Extracto de «Brevemente».

Derechos de autor reservados.

* * * * * * * * * * * * * * * * * *






URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS