Crearon un desierto y lo llamaron paz.

Crearon un desierto y lo llamaron paz.

Mar

18/03/2019

“Crearon un desierto y lo llamaron paz”

Es la máxima que apareció escrita en el interior de los vagones del metro la mañana del 5 marzo. En condiciones normales nadie la hubiera visto, por supuesto. El Sistema mantenía los vagones limpios y en marcha, el hilo musical lanzado mensajes positivos y motivadores y la conexión a internet funcionando a plena potencia.

Pero aquella el vagón se detuvo plácidamente, las luces parpadearon y se apagaron. Los pasajeros ni siquiera hubieran levantado la vista de sus teléfonos móviles de no ser porque la conexión a internet se desplomó. Como si nunca antes hubiera existido. Y la voz que desgranaba mensajes de alabanza a la autoridad por la megafonía se ahogó con el ruido de pilas agotadas.

Los pasajeros levantaron la vista y el suelo del vagón irradió las palabras “Crearon un desierto y lo llamaron paz”.

El metro estuvo detenido durante media hora. Media hora en silencio, sin imágenes ni ruidos. Tiempo más que suficiente para que los pasajeros memorizaran las palabras; tiempo más que suficiente para intrigarles y para incitarles a buscarlas en cuanto el servicio se reanudó.

El Sistema calificó el incidente como “anécdota”.

La mañana del 5 de abril el metro se detuvo de nuevo. Esta vez las palabras fueron “El hombre es un lobo para el hombre”.

El Sistema calificó el incidente como “avería a investigar”.

Durante los seis meses que siguieron, el metro se detuvo puntualmente cada día cinco del mes. Sin internet ni mensajes de radio. Sin nada que hacer más que pensar durante media hora, los pasajeros del metro comenzaron a mostrar conductas alarmantes. Algunos llevaban tapones para sustraerse del hilo musical. Otros guardaban sus teléfonos en el bolsillo. Y muchos aprovechaban el viaje para leer sus propios libros y no los que el Sistema gustosamente proporcionaba a la entrada de las estaciones.

La mañana del cinco de octubre el Sistema cerró el metro por temor a lo que ahora denominaba “sabotaje organizado”.

La mañana del seis de octubre las bocas de metro anunciaron con gruesos trazos negros: “Nuestros pensamientos son libres”.

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