El villano de la historia se puso a pintar. A pintar en un lienzo en blanco. Solo el y la pintura, nada mas que eso en esa habitación donde una máquina se cargaba para funcionar. Los héroes no deberían tardar en llegar, pero al villano no le importaba. Su plan debía de estar completamente terminado para cuando ellos llegaran, asi que no temía por su vida. Solo por el lienzo en blanco frente.

El villano dio un par de pinceladas. Pinceladas de un color amarillo algo opaco. Como los pelos rubios de un cabello. Su pincel se deslizaba con gracia por la pintura. El villano sonrió y lavo el pincel y tomó la pintura negra. Remarco líneas. Preciosas líneas delicadas de un rostro.

La máquina sono. “Maquina revividora lista” dijo una voz mecánica de mujer. El villano sonrió de nuevo y siguió pintando. Pintando con delicadeza al mismo tiempo que un cuerpo ingresaba a la máquina.

El cadáver era colgado desde un gancho hasta una puerta abierta de la máquina. El ingreso dentro. La puerta de la máquina se cerró y una luz verde fluorescente empezó a salir de ella. Al cabo de unos segundos, como si nunca hubiera estado muerto. Su tono de piel era el mismo que el villano utilizó en su pintura y sus complexiones, a pesar de ser de una mujer adulta, le sirvieron de referencia por unos segundos. Los mismos segundo en los que una máquina tomó aquel ser vivo y le pinchó con una aguja en la nuca.

La mujer rápidamente se dobló sobre sí misma. Comenzó a tener espasmos y movimientos erráticos. Sus ojos desorbitaron viendo cosas y lanzó un grito de tanto dolor que hizo vibrar los oídos del villano. Pero el villano no se inmuto. Su mano estaba demasiado enfocada en su pintura. Su bella pintura de cabello rubio.

Así pasaron varias horas. Horas que al villano se le pasaron como si fueran segundos, por su enorme obsesión en la perfección de ese lienzo. Cada detalle debía ser perfecto. Cada luz, cada color, cada sensación de calidez que aquella pintura tenía que dar debía ser perfecta. Por eso se tomaba su tiempo cuando pasaba por el rostro y pintaba los hombros. Por eso el cabello rubio era tan importante. Una pintura que debía reflejar sus recuerdos de la forma más fiel posible.

Y entonces, una estruendo hizo temblar el suelo del castillo. El villano miró su reloj y se dio cuenta que aun le faltaba una hora. Una hora. Se acercó a la ventana del edificio y vio a los héroes derribar la puerta de la entrada. No tardarian en subir arriba.

El villano se apuró. Guardó las pinturas y sus pinceles en un vaso de plástico y tiró la paleta a la pared. Busco una manta lo más rápido que pudo y cubrió el lienzo casi terminado con ella, con un cuidado tan alto que casi uno podia pensar que aquel lienzo era su vida. Corrió hasta la puerta y la trabó con llave, pero entonces escucho un segundo estruendo y supo que eran lo héroes que habían llegado.

El villano miró su pintura cubierta y trato de tomarla, pero antes de poder hacerlo, la puerta de la habitación reventó en miles de pedazos.

—Dr Henry Stray, venimos a llevarnoslo por venta de armas biológicas al gobierno Comunista.

EL villano intentó oponer resistencia. Pero le fue imposible. Los heroes tenian poderes. El era un simple hombre con pintura en los dedos. Los héroes no tardaron en liberar a todas las personas reanimadas de su control mental gracias a una inyección.

El villano fue aprendido en menos de un segundo por el líder.

—Bueno, eso seria todo. Me llevo al doctor a la justicia.

EL doctor no dijo nada. Su mirada se encontraba perdida mirando el cuadro aun cubierto en mitad de la habitación. Y el héroe se dio cuenta de eso.

—¿Qué es lo que tienes aquí pintado, Dr Stray?

El villano intentó impedirle que lo develara, pero el héroe recibía los golpes con facilidad debido a su resistencia.

—Seguro que es algún escenario tétrico o la calavera de la muerte— dijo uno de los héroes.

El líder les asintió y decidió descubrir la obra. Y el villano no pudo hacer nada al respecto. El heroe tomo la manta por debajo y en un solo movimiento, la develo. Pero entonces, la sonrisa soberbia del héroe se desvaneció. Se desvaneció al ver aquella pintura. Aquella pintura de ojos celestes, de complexión perfecta, con un tono tan exacto que el héroe se tropezó hacia atrás. Pero aun así, no pudo dejar de mirarla. El mentón de aquella chica, sus cabello, sus mejillas, las sombras, y los detalles de su vestido blanco. Todo era….demasiado bello para un villano.

El heroe tomo al villano por el cuello de su camiseta y lo levantó unos centímetros.

—¿Qué es esto? — preguntó el héroe— ¿¡Que es esto?!

EL villano no dijo nada.

Pero entonces un héroe salió de unos de los cuartos cargando un estanque de agua que tenía una niña dentro. Una niña que era idéntica a la del cuadro.

El líder de los heroes al ver eso sacudió el cuerpo del villano exigiendole respuestas. Respuestas que el villano no pudo dar por que una lágrima se le caía por la mejilla. Y entonces uno de los héroes se acercó al líder y lo detuvo. El heroe lider soltó al villano y entonces el villano se arrastró hasta su pintura y la volvió a cubrir.

—Debes entregarlo a la justicia.

—Está enfermo. Pinta a gente muerta. Se enamoró de una niña

El héroe que cargaba el estanque levantó la voz.

—Hey, encontre algo mas en la habitación.

EL héroe salió cargando otros cuadros. Decenas de cuadros con el mismo rostro que la chica. Y entonces el héroe gritó.

—¿Que son estas pinturas? ¿Qué está pasando?

—Dejalo, no tiene importancia.

El villano se levantó al escuchar eso. Se levantó con un ímpetu y les señaló con el dedo.

—Esto es mi vida. Jamás digas que no tiene importancia.

—¿Qué puede ser tan importante como para que lo pintes tantas veces?

El villano suspiro.

—Mi hija. Mi difunta hija.

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