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Mujer, alma de mi alma, convulsionaste mi mundo con tu llegada, agitaste a los mares de mi tristeza; no puedo decirte adiós.

Aunque la soledad me llame con el alcohol y la poesía, la sombría obscuridad no me asusta… (no quiero que te vayas).

Esta alma solitaria que habita en mí es tan perversa cuando no te siente.

Me tortura con pensamientos lacerantes, con visiones de ti derramando tu aroma sobre otras manos, con flechas de ira lanzadas al pecho.

Sé que estás bien… sé que estarás bien, cuidando tu sangre de mi vampírica necesidad de ti.

La paz de tu suave abrazo ansío cada noche, muero con cada luna que hay en el cielo, con cada día que partes sin que el sol me vea junto a ti.

Lunes, martes, miércoles…

Días y días sonámbulos, extraviados, sin sentido, sin sueños.

Vuelve que te extraño, vuelve que mi carne extraña tu carne, vuelve que mi pecho no palpita sin el tuyo, vuelve que lloro y me ahogo en llanto en este viejo cuarto que colapsa sobre mí, sobre mis huesos,sobre los colores ausentes de las flores que murieron al no saber de ti.

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