¿Por qué mataste al marido de tu madre?
No es común que una
persona de tu clase tenga esas actitudes, considerando que la vida te
sonríe desde el momento de tu nacimiento. Es extraño ver a un chico
nacido en cuna de oro convertirse en asesino, especialmente es
extraño que mates a la mano que te daba de comer, pero ustedes los
ricos siempre tienen conductas impertinentes, así que no me
sorprende.
Tienes algo para
decir, una justificación de tus actos, quizá fue la rabia, no
podías tolerar a tu padrastro porque ocupó el lugar de tu padre,
verdad, y, por eso decidiste matar a tu padrastro.
¡Verdad! ¡Habla!
…
Ahmat, no habló ese
día, ni ningún otro día. Le encerraron en la correccional juvenil
por tres años. Durante ese tiempo nadie lo visitó y nadie veló por
él, nadie de su línea de sangre, tan solo recibía las visitas de
la vieja criada de la casa, quien de vez en cuando le llevaba alguna
sopa caliente, recordando que ese pobre niño, era eso, tan solo un
niño alejado de los beneficios del buen dios y de la comprensión de
cualquiera de esta vieja estructura social.
No habló ese día,
no habló cuando salió de la cárcel, no habló cuando le molían a
golpes en las calles acusándolo de fratricida. No habló, hasta ser
lo que es hoy y no es mucho, poco para lo que es el mundo. Hasta el
día sigue siendo muy poco y me conformo con que así sea, después
de todo así es como lo quiero, así me nació el amor por él, así
y siento que de una u otra forma es una joya preciosa que me regaló
el destino. Mi amor por él es tan inmenso que tengo la absurda
necesidad de tratar de amarlo tanto que ni él mismo pueda creerlo,
que él no pueda entender por qué lo amo. Este amor quizá sea tan
solo egoísmo mío, este placer de verle bien, de verle contento, tan
solo porque lo merece y lo merece por se tan poco de lo que es el
mundo.
…
Escuchar a Azire es
como escuchar la poesía de Rumi o como leer uno de sus poemas con el
corazón sangrando en la mano. Yo no quiero entender el amor de
Azire, porque el amor no es un sentimiento que pueda ser entendido,
solo nace, florece, madura y perece. La bondad de dios daría lugar a
que perezca cuando la carne también, pero en ocasiones perece antes
de que la vida se extinga de la carne y eso es lamentable, sin
embargo creo que entre Azire y Ahmat eso no sucederá.
En ocasiones le
tengo envidia, yo también quisiera amar como ella ama, pero
reflexiono y comprendo la vida de Ahmat y la envidia se esfuma de mi
corazón, porque definitivamente la vida aprieta, pero no tanto como
para dejarte sucumbir en el lodo.
Conozco a Ahmat hace
diez años. Le encontré casi muerto en los muelles, tenía la cara
casi desfigurada por los golpes, su mano estaba fracturada y casi con
el hálito de muerte trataba de morder un pedazo de pan. Me inspiró
lastima, luego ternura, así que lo ayudé ese día y desde ese día
solo yo he sido ganador, me gané un hijo sin querer, gané la
voluntad y lealtad de un hombre fuerte, de un hombre que solo
necesitaba una oportunidad, porque la inteligencia y la fuerza de
voluntad sobran en él desde siempre.
Yo sé que lo
inspiró a matar al marido de su madre y también sé que hay
ocasiones en las que parir hijos no significa convertirse en madre.
Hay mujeres que nacieron para parir, pero no para dar afecto, no para
criar, no para darle al mundo los seres que merece el mundo. Porque
si a mi me preguntan, son las madres las culpables de todo lo que camina o se arrastra sobre la tierra. Mi madre hizo bien conmigo,
me enseñó y me enseñó bien y por eso he sido un buen padre. Buen
padre para Ahmat, buen padre para quién no es mi hijo y buen padre
para aquellos que son mis hijos.
Conocí a Lehna, no
era una mujer que pudiera ser opacada por la auroras boreales en
cuanto a la hermosura, pero esa belleza la convertía en una mujer
peligrosa, muy peligrosa si de encantos se trata y cuando hay
hermosura de por medio, algunas mujeres abandonan su humanidad para
convertirse en arpías del ego, eso era Lehna. Su amor por el dinero
y los lujos escaló tanto, a un punto de no retorno en el la mente y
le cegó, así conoció al padre de Ahmat, pero en ese camino conoció
a alguien más a alguien al que si podía amar más allá del dinero,
esa gente que prende flamas en la sangre de la pasión, esas pasiones
enfermizas que incluso causan guerras. Causó una guerra, una guerra
digna de novelas, iliadas y odiseas. Lehna se confabuló con su
amante para deshacerse de su legítimo marido, hacerse con su dinero
y vivir con su amante, pero no contempló un pequeño detalle, no
contempló que su hijo estaría presente ese día, ese día en el que
se consumó ese acto. Ahmat vio como el amante de su madre mataba a
su padre, así que indigado por el dolor, tomó un cuchillo de cocina
y se lo clavó en el pecho, lo mató y la madre, la bella Lehna no
hizo nada al respecto, golpeó al muchacho, llamó a la policía y le
acusó por la muerte de los dos hombres, pero en especial del amante
de Lehna, las investigaciones rebelearon que Ahmat fue el culpable de
la muerte de aquel hombre, pero no de su padre. Ahmat mató al gran
amor de su madre y ella no le perdonó, olvidó a su hijo como un
perro y le odiaba, le odiaba como solo odia la pasión del necio. Lo
odió tanto que nunca le perdonó, nunca le brindó ayuda, le despojó
de todo lo que le pertenecía, le hecho a la basura como si fuera un
perro callejero. Ahmat lloró como hubiera llorado Dios por la
traición del hombre, nunca imaginó que su madre le pudiera odiar
tanto.
Estuvo triste por
tanto tiempo, pero nunca dijo nada, nunca se quejó de su suerte y
nunca se le escuchó maldecir a su madre, quizá esa tristeza, esa
voluntad de acero y esa fuerza fue lo que cautivó a Azire y ella se
enamoró, como se enamora la abeja de las rosas salvajes de las
praderas.
Azire, fue la
perseverancia la que le llevó a conquistar ese corazón herido, a
ganarse la confianza de Ahmat y Ahmat siendo lo que es hoy, no es de
extrañar que ponga a los pies de Azire todo lo que tiene, todas sus
bendiciones, toda esa riqueza. Azire es la medicina de Ahmat y Ahmat
es el corazón de Azire, así los veo yo y espero que así sea hasta
el final de los días.
…
Entonces hay que
bendecir a Ahmat a Azire y a todos los que han encontrado salvación
para su vida, pero yo, yo todavía no encuentro ese consuelo, esas
bendiciones tu Dios me dejo, así como tu dejaste a mi madre. Tengo
mucho rencor descansando en mi corazón. Usted prefirió amar a ese
desconocido, reconocerlo como hijo propio, pero a mí no. Me abandonó
en medio de los chacales, usó a mi madre como una meretriz, la dejó
embarazada y luego huyó como un cobarde, no le importó lo que fuera
de ella y del niño que esperaba. Mientras usted componía a Ahmat y
lo hacía un hombre de bien, su propio hijo, la sangre de su sangre
se convertía en una escoria, un animal que tenía que robar para
pagar el tratamiento de su madre moribunda. Una escoria, por esa
razón querido padre, no hay parábola que me pueda aconsejar, ni
historia salida de su boca que pueda aplacar la ira nacida de mi
corazón, por esa razón solo hay una bala descansando en mi pistola,
una bala con su nombre.
…
Se escuchó un
estruendo, dos y hasta tres más. Después solo silencio, solo
silencio y sangre manchando las pálidas alfombras. Así murió el
viejo Azif, su hijo adoptivo Ahmat, su nuera Azire y su nieto no
nato, así acabó todo y no hubo dinero, ni esfuerzo en el mundo
capaz de aplacar el veneno del resentido, porque no hay peor error en
el mundo que el odio nacido de un hijo al padre o a la madre. No hay
peor odio nacido de una obra hacia su creador, así como el hombre
que en ocasiones odia con vehemencia a Dios y en esa danza de odio se
mata y mata la creación.
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