¿Qué es?
Presiento que ya lo sé, pero preguntarte a ti ahora que estás aquí es un detalle que no perderé. Después de todo, verte por aquí no es frecuente. Ya no recuerdo la última vez que te vi, al parecer fue en el verano de hace diez años atrás. La expresión de tu rostro y la de hoy no han cambiado. ¿Qué es?
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Ha pasado mucho tiempo. Diez años, pensé que no llegaría a tanto, otros eran mis planes y en otros lugares me veía, sin embargo puedo comprender que siempre será aquí, no importa cuánto corra, cuánto huya, siempre es aquí.
La respuesta siempre la tienes, pero como has dicho, te gusta escucharlo de mis labios. A ti no te puedo mentir, tú me conoces, me conoces más de lo que me gustaría, más de lo que yo misma puedo conocerme.
El amor, no importa cuánto huya, no importa cuánto escriba, no importa cuánto diga, siempre es el amor. No deseo otra cosa y no conozco de otra cosa que no sea buscarlo, aunque siempre dije y diga que no. Es el amor el fantasma que invoco con fervor y cuándo su palida luz se hace visible, mis ojos nunca tienen el tiempo suficiente para contemplarlo. Casi siempre es una ráfaga, casi siempre se me escapa al raz de las pupilas y me deja esta amarga opresión en el pecho, está sensación de desesperación que nunca desaparece y esta ansiedad que me vuelve una y mil veces al mismo foso del que quiero salir, pero no puedo y creo que no podré porque el amor ya no es, ni será lo que quiero que sea.
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Diez años, el tiempo parece correr como un caballo salvaje cuando de buscar el amor se trata, especialmente cuando de entenderlo se trata. Yo sé dónde te duele y cómo te duele, tus ojos me gritan que has llorado hasta que el dolor se atraganta en tu garganta y sé que tus brazos están huérfanos de calor y comprensión y también sé de tu cansancio. Tus labios están más pálidos de lo habitual, tus manos frías, tu piel pálida y la pesadumbre de tus pasos denota más que nada que tú quieres rendirte e ir con aquellos que te han dejado.
Yo, yo no te dejaré ir querida. No te dejaré volver al camino, porque hay cosas que ya no se pueden repetir, hay cosas y gente que ya no deben estar cerca de ti. Una alma herida como la tuya nunca tuvo ni tendrá la obligación de sanar a otros. Una alma herida como la tuya nunca tuvo, ni tendrá la obligación de amar a quien no te ama. La terquedad es tu maldición y la ilusión tu ceguera, pero yo puedo curarte si me dejas.
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¿Cómo podrías ofrecerte a curar a esta alma quebrada? ¿Qué fuerza te llevaría a realizar una pericipecia como está?
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El amor, porque nunca tuviste que buscarlo, nunca debiste caminar sobre las llamas. Solo debías mirarme a mi, escucharme y entender que mi corazón latía por ti. Yo como buen amante, te di libertad, el gozo de experimentar lo que tú creías era el amor, pero después de todo ya no te dejaré ir hoy.
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Fue así que Samael mató a Dalia y Dalia mató a Samael, porque el amor es una guerra, una guerra sin supervivientes.
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