Sin mirar atrás

Despego lo auténtico de mi existencia, y anhelaba la dicha de las mañanas en tu mirada. La nostalgia profunda en el centro de tu mirada, una agonía que con la noche callaba.

Dejaré en el ayer el envoltorio de diamantes rotos, como corazones rojos, atando a mi abandono los adioses que sembraste en mi todo. Todo era lo que éramos, éramos lo que todos querían ser y, en ese ser de amarnos hasta el cansancio, dejé que vieras mis temores más profundos y, aun así, calaste en el fondo de los momentos, las últimas palabras bajo un manto sincero.

Ya no somos, y soy el que se dio cuenta; ya no hay, y ahí se van los sueños que regamos como flores que, ahora, se marchitan en mis lágrimas. Las flores que juntos cuidamos. Sé que otro pronto llegará, y así como llega uno, el otro se va para nunca más volver; y como un buen guerrero de mi felicidad, me alejo sin mirar atrás…