Una vaca y un gato..!

Una vaca y un gato..!

ESTEFANYA PARRA

16/01/2023

Me cansé de vivir en el mismo sitio, aun cuando podía saltar al vacío. Dejar todo atrás y soltar esas cadenas imaginarias que me habían hecho temer por el futuro y sostener a fuerza el pasado.

Admito que todo lo que vivía era fruto de lo que pensaba. Siempre dudé en abrirme a lo desconocido. Todo porque me pintaba una vida segura, sin nadie que quisiera hacerme daño. Debí entender que estaba rondando en círculos, y era eso mismo lo que podía hacerme morir.

Me había quedado sin padres y no sé si tenía hermanos, asumí que no. Después de todo, si en mí hubiera habitado la loca idea de que los tuve de seguro hacia un viaje sin destino en busca de ellos. Me asustaba la soledad por la noche, salir y buscar mi propia comida. No sé que cambio dentro de mí, quizás fue creerme dueño de todo lo que veía y estaba a mi paso.

Era experto en ilusionarme con quien conocía. No llegaba a compartir mucho tiempo con quien se quedaba en mi vida y adopte el pensamiento fértil de que quien me hablaba bonito quería mi bien y quien remarcaba mis errores solo quería dañarme. Baje el volumen de todo aquello que no me gustaba en mi vida. Yo no deseaba una vida de soledad y de seres que estuvieran recordándome que debo hacer las cosas de forma correcta. Me puse en plan reactivo.

Quise dejar atrás a mi viejo yo. Entonces, una mañana de invierno, decidí salir a buscarme un nuevo hogar. Nunca imagine que hasta el final de mis días estaría la vida recordándome que las cosas no eran como yo esperaba. 

Les prometí a mis padres que sería como al principio de mis días, curioso pero con cautela. Movido por la incertidumbre, pero al pendiente de lo que pudiera pasar más adelante. Procure vestir algo caliente para mi viaje. A los pocos metros que recorrí, perdí mi gorra. Lo único que me quedaba era una bufanda roja que me había tejido mi madre. 

Quería alcanzar más altura, así que aleteando llegue a la copa de un árbol. Descanse por un buen rato, eso me permitió contemplar el paisaje lleno de nieve y tener claro hacia donde iba. Loco por llegar hasta la siguiente montaña, me lancé al vacío y moví mis alas tan rápido como pude. Eso hizo que perdiera mi horizonte y lograra lastimar una de mis alas y caer a un suelo lleno de nieve.

Quede inconsciente por la caída y en poco tiempo tenía mi cuerpo congelado haciéndose una roca firme. Apenas podía mover mis ojos y sentirme en un hoyo del cual nunca me rescatarían. La tarde se hizo notar, pues el cielo comenzó a cambiar su color. Olvide que estaba cerca de una granja y encontrar vacas no sería nada raro. Se escuchaba los pasos de alguien grande y sí, era una vaca. Al ver que estaba mal, creía que me ayudaría. Lo único que hizo fue darme la espalda y ponerse a comer el pasto que aún no había logrado tapar la nieve. 

Con las últimas fuerzas que tenía, logre sacar mi cabeza y pedir ayuda. Era tanta mi desesperación por salir de la situación en la que me encontraba que logre fastidiar a la vaca haciendo que esta echara excremento sobre mí. Me sentía indignado y sucio. Llorar fue lo mejor que pude hacer para desahogar la ira que me causaba el olor del excremento.

Odie con todas mis fuerzas a la vaca, pero después de unos minutos que se fue, el hielo que me cubría empezó a derretirse. El excremento, aunque desagradable, me estaba ayudando. Al caer sobre mi ala buena, no podía apoyar aquella que estaba lastimada para salir por completo. En mi último intento por sobrevivir empece hacer ruido para que alguien acudiera a mi auxilio.

En eso llego un gato, maullaba a mi alrededor. Como no entendía lo que decía, suponía que quería ayudarme y estaba rodeándome para poder sacarme del hielo, al menos eso pensaba. Sin perder mucho tiempo, empezó a rasguñar la capa de hielo que estaba sobre mí y poco a poco pude sentir mis pies y finalmente mi ala.

Estaba limpiándome la cabeza de los restos de excremento que tenía encima para poder agradecerle al felino, y no imagine que al hacer aquello era solo prepararme para ser devorado. Al terminar de limpiar mi última pluma, el gato me miro fijamente y acabo conmigo de un solo bocado.

Luego de escuchar esta historia, toma sentido lo que decía mi madre, no todo el que echa excremento sobre ti quiere dañarte y no todo el que te ayuda quiere tu bienestar. 

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS