Abrazos
Pañales
Protectores de colchón.
Un árbol de Navidad
con sus luces rojas,
blancas, naranjas, verdes, azules.
Luces que se apagan,
se encienden,
se apagan,
se encienden.
Purés de patata, de espinacas, de calabacín.
Purés.
Purés.
Batidos de pera, de kiwi,
de mandarina, muchas mandarinas.
Antiespesante.
Besos
Abrazos
Sillas de ruedas
La rampa
El salvaescaleras
Las duchas de agua
caliente.
Besos
en la mejilla
en el pelo
en la frente.
Una mirada azul cielo,
azul mar, azul inocencia.
Pasos frágiles, lentos.
Infancia añeja.
La cama articulada
La Memantina
La Keppra
El Haloperidol.
Las semillas de lino en el
café caliente,
el café que tanto te
gustaba
y al que ahora miras con
indiferencia.
El café,
y la playa.
Esa playa de arena fina,
esas olas, ese cielo cubierto de nubes.
Gaviotas inundando el aire
de graznidos.
Graznidos como sollozos
quejumbrosos.
El acebo con sus bayas
rojas
que creció tanto
que ya no nos mira de
frente.
Los zapatos con alza,
Las canciones de Victor
Manuel que llenaban las horas muertas.
Las horas,
muertas.
Ya no suenan.
Te olvidaste de pronunciar nuestros nombres,
de cómo reír a carcajadas.
Pero aún te despiertas por
las mañanas
y sonríes
y nos miras.
Nada más despertar.
Aún nos agarras de la
mano bien fuerte
y te apoyas en nuestro
costado,
en nuestro vientre,
frotas la cabeza en
nuestro pecho
para que sepamos
que aún estás.
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