La inmensidad del silencio reinaba en la soledad. Los intransigentes soslayos del destino afligidos reencontraban su visión. Los atardeceres se tornaban brillantes, las estrellas reflejaban ilusión. Las letras se unificaban en versos y estos se compaginaban en amor. Quizá todo fuera obra, de los acaudalados poetas que están en flor.

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