Las señales fueron claras.
Lo supimos tarde.
Antes las encontramos confusas, oscuras.
No podemos salvarla. Se fue entre agua y sangre hundiendo sus últimos suspiros entre
venas partidas, y angustias acumuladas.
Me siento sola, dijo en varias ocasiones, pero fue ignorada.
Es su cabeza. Así son todas las adolescentes. No hay que hacerle caso, cuando hace
mucho ruido es porque no va a hacer nada. Decíamos todos sus allegados.
Hoy supimos que no se sentía sola, sino que lo estaba. Éramos muchos, pero nadie
la vio hasta que la vimos partir.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS