En una esquina oscura y siniestra se encontró con ella.
La había deseado y llamado durante años, pero tenerla frente a frente no era lo mismo
que imaginarla.
Creyó que vería aquellos instantes más relevantes pasarles frente a los ojos mientras
sus pestañas se juntaban unas dos o tres veces, pero no fue así.
Una sombra rápida y desconocida hizo que aquel metal frío le abriera el vientre.
Despojada de objetos de mínima importancia, que había considerado preciosos, y
nadando en roja y valiosa propiedad la vio.
Dame una oportunidad. Le susurró al oído, pero ya era tarde la muerte había
respondido antiguas e insistentes plegarias viniendo a su encuentro.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS