Y su recuerdo es lo único que, en mis adentros resuena.
Como eco en capilla vacía.
Marcado el correr del tiempo sin pena.
Con sus campanas que convocan y claman.
Porque sólo me quedó el olor de su cama.
El gemir de su gozo, en jugueteos y retozo.
Cuando nuestra carne ardía, quemando deseos en su llama.

¡Cuántas otras historias, que quedaron grabadas!
Pero es a su lado, que mis recuerdos permanecen atrapados.
Como en una jaula de acero.
Sin importar un nuevo y apasionante momento, pues mi pensamiento.
Siempre; y sólo trae a mi memoria.
Aquel exitante y extaciante aroma, que creamos en sus sábanas.

Y qué importa lo bueno, de lo nuevo.
Pues sólo su recuerdo es el que queda.
Y tal vez así será.
Hasta que en el polvo, solas queden mis canas.
Llegó y en mi cerebro se grabó.
Su recuerdo quema mi piel, cuando se encienden las ganas.
Pero se escapó y es lo que queda.

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