UNA HISTORIA INTERESANTE

  Leo me llamó. Quería venir a mi casa a contarme una historia. Hacía tiempo que no recibía a nadie, mucho menos amigos. A las putas me las cogía en los hoteles, y desde que una me quiso asesinar, no traigo ninguna a casa…Pero eso es otra historia.

  Acepté que me visitara Leo, y esa tarde vino con un paquete de facturas, agradeciendome que lo recibiera.

  –Que tan fresco es este café–preguntó mientras encendía la hornalla.

  –Hago café fresco todas las semanas…incluso si me queda algo sin beber–respondí

  Leo dejó la cafetera en su sitio y comenzó. Yo me serví un café. 

  «Vos sabes que no hubiera pedido que me recibieras si no fuera importante…Tomaba el tren al revés, a provincia a la mañana, y a capital por la tarde, asi que siempre está vacío, y eso hace que pase el inspector…Frente a mi estaba la chica más hermosa que que ví en mi vida, asi que me la quedé mirando mientras picaban los boletos…ella sacó del bolsillo aspirinas, caramelos, pañuelitos…todo menos el boleto…estiré la mano para rozar la suya con mi boleto, ella lo presentó y a mi me bajaron del tren…»

  –Interesante–dije mientras me servía el segundo café.

  «…Mientras el tren se alejaba me quedé parado en la estación, viendo como ella me miraba desde la ventanilla…Estab loco por volver a verla, asi que saque un abono mensual y todos los dias compraba un boleto de ida y vuelta, por si tenía que repetir la acción…pero nada Tomé licencia en mi trabajo por una semana, y asi viajaba en distintos horarios recorriendo todos los vagones sin resultado…

  Un día, estaba comiendo una hamburguesa con una mujer que había conocido por una aplicación de citas. El lugar era un resto de comidas que se llamaba viernes en ingles, donde servían la misma basura que en los demás, pero con meseras. Yo había ido al baño, la orden ya estaba en marcha…Lo primero que vi de la camarera fueron sus zapatillas…las mismas que esa mañana había visto en el tren…fui subiendo la vista, y el corazón me dió un brinco…Era ella…mo lo podía creer…ya sin importarme nada de nada, me acerque a la barra, la esperé, y le pregunté a que hora salía…Para mi suerte ese lugar cerraba temprano.

  Apuré la cena, le dí una excusa a la mujer que me acompañaba, y me quedé esperándola…

  –Interesante–dije mientras me servía una caña

  «La cosa es que la vi venir…doblando la esquina…¡Que emoción tan grande!…la tomé de la cintura y la besé en la boca..Se llamaba Mirna.

  De una nos enganchamos, fuimos a mi casa…hicimos el amor en forma salvaje y tierna a la vez»

  –El amor ya estaba hecho cuando vos llegaste a este mundo.–Acoté.                                                  

  –Seguime contando–le pedí.

  «Bueno asi pasaron como seis meses, cada día encontrabamos una nueva manera de excitarnos, comprabamos juguetes en el sex shop, y los disfrutabamos…Un día, que me estaba afeitando, como vos sabes me afeito con navaja, me pidió que la dejera hacerlo…le dije que era peligroso, pero insistió…al pasarla me hizo un pequeño corte, me chupo la sangre, y lo hicimos de manera peligrosa, junto a la navaja.

  Otro dia fuimos al parque de juegos, a las silla voladoras…Yo quería tomarle la mano y no alcanzaba…entonces ella pegó un estirón y nos juntamos…

  El hombre tendría que ser como el perro…siempre come lo mismo, siempre le gusta, siempre se coge a la misma perra, y si es otra no le importa…Pero teníamos que ser humanos, y aunque parezca imposible, poco a poco empecé a perder el interés, ya no la tocaba, y llegó el momento en que empecé a verla fea…Fue entonces en que le pedí que se fuera…se puso a llorar y se arrodilló diciéndome que aceptaría cualquier cosa con tal de que no la deje…No se, me sentí poderoso, era un juguete que nunca había tenido…Asi que salía con otras mujeres delante de ella, despreciándola de todas las maneras posibles.

  Un día que había salido con ella y dos mujeres, estaba lluvioso y al querer cruzar la calle un coche me llevó por delante…la saqué barata, una esgince y dos dias de hospitalización para estudios…Al segundo día se presentó en el hospital con un ramo de flores…le pedí que ya no volviera, y ella me dijo si me acordaba de esa tarde en las sillas voladoras, y me estiró la mano, yo me estiré, y cuando le tomé la mano tiró fuerte y caí de la cama…

  …Cuando desperté estaba ella  ahí y me dijo :–Tengo una noticia buena y una mala. Estás paralizado de la cintura para abajo. Y la buena, le pregunté, esa es la buena, la mala es que yo te cuidaré.»

  Me puse detrás, empujé su silla hasta el parque, me senté en un banco, y lo acompañé a ver el ocaso.

  

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