De cualquier modo, la bruma se ingeniaba para acariciar las suaves curvas de las dunas.

Del desierto al mar y del mar a la comarca, basta con pocos pasos.

Viaja cabalgando en los caballos del viento, llegaba hasta los riscos que dan al acantilado y con la misma delicadeza se escurre entre filosas rocas y agrestes paisajes crepusculares.

La bruma, esa dama acompañante del viajero sin destino, del barquero sin muelle, del amante sin contraparte y de todos aquellos que ven en ella la mujer que es.

La bruma, solitaria estando en compañía, callada ante el canto del viento y amable con los seres incomprendidos, esos a los que nadie toca.

De cualquier modo, la bruma se ingeniaba para besar el suspiro de aquellas que murieron entre ramas, bajo acusación de brujería.

De cualquier modo, la bruma se comunica con el silencio de lo espectral…

De cualquier modo, la bruma llega en horas de la madrugada junto a mi ventana, susurra, me despierta y me cuenta lo que ha visto entre dunas, mar, comarca, prado y ciudad.

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