Una y otra vez..!

Todo tiene un inicio. Algunos comienzos son intensos por el tiempo que llegan a durar o simplemente por ser demasiado originales al presentarse. Nadie se lo espera, pero quien sabe disfrutar de aquellos días inolvidables cambian de algún modo.

Perdurar en el tiempo, no se trataba de querer hacer lo correcto. Mucho menos seguir con alguien para no lastimar o terminar herido. Lo tenía claro. Aquella claridad solo llegó cuando nada era forzado. Desde aquel primer beso tembloroso por la emoción de darlo, una historia empezó a escribirse. El cruce de manos luego de una larga espera se había vuelto la forma más sutil de saber acompañar al ser amado.

Pasaron 30 días, los había marcado en el calendario para no perder ningún detalle. Sabían que el primer beso, poema, canción, comida, sitio recorrido, ropa, perfume, gestos y palabras se podrían esfumar de sus recuerdos con el tiempo, por eso era importante hacer sentir a la otra persona que un día nuevo es una decisión. Una pequeña vida en 24 horas. Llevar un registro de recuerdos especiales que sean capaces de mantener vivo lo que un día empezó se volvió sencillo, pues cada uno era auténtico y sabía compartir desde el corazón. Llenaron una mochila de vivencias que llevar con el tiempo para contarlos una tarde de lluvia a sus inquietos nietos. Así tuvo más sentido el poder responder, ¿abuelos, como se conocieron?

Todo era un constante cambio, incluso el amor que duraba no siempre era igual. A diario se presentaban muchas personas en su camino, pero ambos tenían claro que su hogar estaba junto a la otra persona, entonces practicar la fidelidad no era un imposible. Nunca empezaron de cero, nada se volvió costumbre. La creatividad estaba a la orden del día y con sus objetivos bien diseñados formaron el mejor equipo nunca antes visto para cumplir metas de forma individual y como pareja.

Una vida no era suficiente para seguir siendo un ejemplo de pareja. Sin embargo, el tiempo perdido, ese si pasaba factura. Antes de que Pablo fuese novio de Julia, por un mes pensó tanto lo que diría, contuvo la respiración y al decir ¿me acompañas a vivir una vida juntos?, Pablo empezó hacer de todo para no soltarse y Julia hizo lo mismo. Aquellos jóvenes un 1/01/1975 no juraron en vano, desde aquel día no soltaron sus manos. Cada interrogante fue aclarada y la seguridad que tenían estando juntos o separados parecía haberse forjado en la fábrica del herrero más sofisticado.

Con el tiempo llegaron algunos problemas y miles de batallas que sobrellevar, ahí donde las mariposas se vuelven tímidas, los latidos del corazón vuelven a ser normales y aquel rubor en las mejillas empieza a desvanecerse. Exactamente en esos momentos era donde todo lo que hacían cada día tenía un valor incalculable y ponían en juego aquellas cartas que estaban guardadas. Nunca se cansaron de amarse.

Tras varias estaciones y formar una familia que fue su legado de valores y principios, pasaron 70 años de matrimonio. Algo que tenían en común era decir, que si volvieran a nacer sin duda se volverían a elegirse una y otra vez…

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