Como si fueses una suerte de Gurú, chamán o practicante de la metafísica tu cuerpo se desdobla cada mañana separándose en dos mitades. Sería ostentoso creer que son cuerpo y alma que se dividen y que tu alma queda a mi lado mientras tu cuerpo vacío realiza como autómata tus labores cotidianas; sería ostentoso e ingenuo, porque significaría que a pesar de las circunstancias y las evidencias, hay un poco de ti que sigue siendo mío. Y mal podría asegurar eso cuando he perdido la certeza de que alguna vez lo fue. Quisiera creer que al menos es una boronita de tu alma que se queda conmigo, y no una especie de muñeco a tu imagen y semejanza, que construyo cada mañana a partir de mi locura con los trozos de ti que me dejaste adheridos ese día en el que decidiste conjugarme en pasado, cada vez menos, hasta sacarme de tu tiempo, hasta perderte en ese lugar cotidiano en el que ya no piensas en mí, en el abismo donde habita el olvido.

Supongo que soy un loco que alucina, pero me juro a mi mismo que eres tú y no tu recuerdo el que cada mañana viene a invadir mi cabeza. Eres tú, le replico con convicción a mi consciencia terca y coherente. Eres tú porque puedo olerte, porque cierro los ojos y puedo escucharte reír, eres tú, porque te toco y por eso existes. Y los recuerdos no existen, los recuerdos son fantasmas del pasado que te arrullan o te espantan, fantasmas que fueron pero ya no son.

Si las personas pudieran ver mis pensamientos, seguramente reirían al verme besar al vacío que sostengo entre mis manos, sintiendo tus rulitos de viento enredándose en mis dedos, como si en verdad ellos tampoco quisieran haberse marchado. Como si fuese un mimo que deja reposar tu sonrisa invisible en la palma de mis manos, mientras rebota en el reflejo de tus ojos bonitos que existen para mí, aunque para el resto del mundo sean una ilusión transparente.

Alucino contento, como un adicto, mientras creo percibir en mis labios el calor que deja tu exhalación. Te respiro y toco mi boca con la tuya, ansiosa y húmeda. Y aunque exploto de ganas de recorrer tu labio con la punta de mi lengua, primero te hablo, suave pero convencido, y en un susurro te pregunto si vale la pena esta ausencia, queriendo saber si para ti sirvió de algo, queriendo saber si ya me olvidaste, porque de no hacerlo entonces ha sido en vano tanto silencio. Te rozo con mi labio mientras te murmuro que asfixiar al amor es un pecado incluso mas grande que todos los pecados que inventaron los hombres en el nombre de Dios, porque es rechazar su regalo mas valioso. Ese que mucha gente busca toda la vida sin poderlo encontrar y que brota espontáneo frente a nosotros como una ofrenda… Alucino y te beso, te hablo, te escucho, te abrazo. Siento tu pálpito contrapunteando con el mío y juro que juntos construyen una cadencia mas hermosa que la mejor de las melodías. Alucino y te Amo, Alucino y me Amas. Sumo en tu vida del mismo modo que tu sumas en la mía, porque somos mas felices mientras somos uno sólo aunque estemos viviendo en dos mundos distintos.

Desde afuera de mi alma, como una persona mas, mi cordura me mira y se ríe, mi orgullo se decepciona y desvía la mirada avergonzado. Ambos me dicen que soy un loco hablándole a una muñeca de trapo.

Para ellos soy un loco abrazando el aire, asido a la cintura del deseo, lamiendo el pezón de la nostalgia, amando a una mujer de tinta y pantalla, que no existe en ningún mundo, excepto en el espacio infinito de mi locura.

Y con tristeza poco a poco le lanzo recuerdos al sentimiento, como carnada para meterlo en la jaula. Para encerrarlo y abrirle paso a la cordura. Para seguirte Amando sin que nadie lo sepa y sin que a nadie le importe, hasta que se olvide. Porque solo se muere lo que se olvida y la indiferencia es el único antónimo del Amor.

Todos los días salgo hacia el mundo real tarareando alguna de las mil canciones que alguna vez te regalé, apretando tu recuerdo en una mano y mis sueños en la otra, tratando de entender y resignarme. Camino desafiante y sin tapabocas a través de este mundo infectado de cordura. A ver si me contagio como tu lo hiciste, a ver si me contamino.

Mi locura y mi cordura cohabitan dentro de este cuerpo. Ambas te aman con pasión y desenfreno, aunque cada una te sienta y valore desde perspectivas distintas. 

Mi locura te espera cada mañana, mi cordura ni siquiera sabe si quiere que algún día regreses.

Y en medio del conflicto estoy yo, con razón o sin ella, amándote, llamándote.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS