Amistad en Hermandad

Estaba en un mundo lleno de mala vibra, lleno de hipocresía, ¡Que la mínima idea de que alguien se acercara a mi vida!, a ¡mi!, en mi mente no cabría.

Me alejaba tanto como podía, tanto como debía, porque creer en la humanidad no podía, no quería; caminaba entre senderos con gente a mi alrededor que unos saludos por cortesía solo arrojaban, pero a mis espaldas tantos insultos como podían me tirarían.

Supe que las personas a las que quise tanto no eran amigos porque cuando más les necesitaría no estarían, ¡ni les veía!… Desee mil veces nunca haberles conocido, una que otra vez cuando les veía ni el saludo les brindaba.

Hasta que ni avisar, y sin un ¡hola! Como de costumbre esta en esta sociedad… ¡De repente llegaste a mi vida!, te insistes confidente de mis alegrías y psicólogo de mis problemas y mis tempestades; y puede que hoy día siga en no creer en las relaciones que dicen ser de verdaderas amistades. Pero el poco tiempo que hemos hablado y convivido, me demostraste y me demuestras que a veces la amistad no existe, porque lo que se desarrolla es una hermandad, esas que ni con mi familia de sangre tendría; esas que hasta payasadas acabamos de repente.

y puede que no te agradezca o te hable día a día. Pero quiero que sepas que hoy en día te has convertido en parte de mi verdadera familia.

Y puede que mañana esta relación se acabe, pero sé por ti que valió la pena volver a “confiar” y vale la pena conocer a alguien más todavía.

Para:

A. Chamba.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS