La existencia Dramática III

El tiempo actual, después de la caída de la Grecia antigua, la edad media, el renacimiento, el crecimiento de la filosofía moderna en Alemania, dos guerras mundiales, la globalización y el reinado de la tecnología, ha sido el camino del ser humano para encontrar una razón de rendirse así mismo cuentas. Son los momento interesantes y fértiles que ha tenido el hombre para ejercer su poder montado en los hombros de la humanidad, buscando verdad y libertad. ¿Cuáles son los últimos saltos de alegría al final de la existencia humana que da lugar a la tecnología desinformativa? Los arrebatos de alegría que se han creado últimamente en el arte es la gran exposición de poder económico, sí, pero también de la redención del humano a la insoportable carrera con el manejo de todo lo que le rodea. La manipulación de la realidad nos ha llevado a retractarnos los unos a los otros del verdadero poder de la humanidad, como un conjunto de errores sin fin. ¿será el error el verdadero miedo de las masas? ¿Seré nuestros miedos quienes se sumergen a la zona abismal de la subjetividad de nuestra existencia?

El hombre se ha extasiado por haber controlado por primera vez fuentes de energías para el movimiento de las maquinas, en la transformación de su medio natural en uno artificial, en la fuerza de la razón y la imaginación que modifica la realidad en naturaleza humana. Si lo observamos bien, es disminuir la poderosa realidad a las manos de fértiles mortales. Estos hallazgos han dejado al hombre como un manojo de superioridad adquirida por sus antepasados, los antepasados que fueron ganadores y no perdedores. Los ganadores y victoriosos jamás se inclinarán ante la brutalidad de sus errores.

La ciencia, rescata, una vez más, el fervor humano para seguir controlando y manipulando su ambiente. Pero a pesar de ello, de la inmensidad fuerza de la ciencia y la tecnología, ha dejado un rastro (que ya lo he comentado) de la desinformación, del actual alejamiento de la certeza para volvernos seres menos objetivos y más subjetivos, pues, esta nueva forma que hemos hecho refleja la apreciación y la validez del poder tecnológico que actualmente vivimos. No se puede escapar de ella, le hemos dado cabida a esta forma de vivir que ha superado hasta la religión.

La ciencia se adjudica no solo como un método, sino como un gran salvavidas de esta época histórica, pues refuerza el poder del humano que se subordina a sí misma y a las otras especies de este planeta. La fuerza de la razón y el mejoramiento de los métodos experimentales han creado la feroz hegemonía de la ciencia, que crea resultados felizmente recibidas por toda la población humana. Sin embargo, los resultados que arroja la ciencia a cada segundo no es la verdadera esperanza de la humanidad para llegar a la libertad que compromete a la razón como la mayor significativa de nuestros logros. Dejemos claro algo, la ciencia no es una religión, ni un dios, la ciencia es un método que mejora las hipótesis de investigadores con trabajos anteriores a nuestro actual criterio, y con ello se arregla un manojo de ideas a discutir que finaliza en conclusiones. Así, el método científico no ha cambiado por décadas, ¿Pero, la hemos adoptado como la máxima representación de verdad que liquide nuestra existencia subjetiva? Y si, esto es así ¿Por qué este nuevo fenómeno de la desinformación penetra a nuestra forma de vivir? Si la información que captamos viene de la ciencia llega a un pinto ser creíble y objetiva, pero, ¿de dónde proviene entonces nuestra actitud ante la vida, si nuestras creencias provienen de solo los resultados de la ciencia y no su verdadera edificación de contenido?

La respuesta ante estas grandes preguntas se encuentra en hacer otras nuevas cuestiones acerca de lo que pensamos sobre nosotros mismo, y que queremos abstraer y reflexionar en nuestro tiempo, en la cultura actual. El verdadero reto no es luchar una vez más con los instintos que nos abordaron hace cientos de años, la verdadera lucha es por salvaguardar otra vez a la razón objetiva, ante el sublime crecimiento cultural de la tecnología que solo guarda desconcierto.

El enemigo del hombre no es el mismo, son sus deseos que no pueden parar, la vida virtuosa y llena de goce solo corromperá su libertad individual. Pese que actualmente vivimos en una pandemia, la falta de objetividad se hace presente. Recordar que ya casi dos años se inició ciertamente un caos de salud a nivel mundial, los restos de esta pandemia no solo cuentan el numero de gente que ha fallecido, sino la cantidad de información errónea e inventada que se ha distribuido por los medios de información, y peor aún, por medio de la carencia de rigor de la razón. No me cabe duda, que cualquier comentario acerca de la causa de la pandemia nos llevan cada vez al desconcierto. La gran cantidad de comentarios de lideres mundiales y sociedad civil han sido increíbles, desde que son ataques terroristas hasta laboratorios malvados que desean extinguir la especie Homo Sapiens. Podemos observar que hay una demencia social acerca de la cultura actual que se aleja de su propia razón, porque esta se le olvida que existen métodos científicos que nos alejen de cualquier opinión errónea y desinformada, el miedo de la gente no es verdaderamente creer o no en los resultados científicos sino como darle más sentido a su existencia que se conforma de dramatismo, porque está viviendo sus últimos tiempos para poder decidir su futuro, del más incierto que halla.

Así, la existencia dramática se conforma de la recreación sustancial del percibir de nuestro propio ser, en sus últimos momentos históricos de libertad, para poder decidir lo que queremos en un futuro cercano. La existencia como ya había afirmado, es dinamismo subjetivo de nuestro pensamiento. Pero, a lo que se refiere con el dramatismo, lo explico como la intención de poner nuestras intenciones de cambio y sobre esfuerzo emocionales a su máxima expresión. Este sobre esfuerzo, es conducido hasta el momento de mayor excitación, lo cual es causante de una fuerza energética el cual no encuentra otra vía de escape sino la de crear nuestra propia forma de vivir. Energía, en contexto, lo retomaré desde Carl Jung, del quehacer practico cotidiano aunado a la energía del día a día. Es fácil, coincidir que cada trabajo que hacemos requiere un impulso de energía para hacerlo. Así, nuestro reflexionar mediante la razón y crear ideas es un esfuerzo valioso, que se ha creado a partir de la energía que guardamos, las cuales proviene de nuestra alimentación y en componentes bioquímicos como la glucosa, y en reservorio, como glucógeno.

El comportamiento dramático, es la señal que representa el final de nuestro tiempo como seres individuales, de las ultimas creencias de nuestra propia especie para nuestro propio mejoramiento. Es el desajuste de la última era después del Antropoceno para dar cabida al Tecnoceno. Para ejemplificar más este intricado proceso solo falta preguntar si podemos vivir sin el poder de la tecnología, si la respuesta es no, entonces hemos recibido estos tiempos con gran aplomo, pero con preocupaciones que no se han alumbrado directamente. Los problemas que seguiremos viendo de aquí hasta la creación de la era tecnológica será esta recreación existencial dramática, pues será la única que al final morirá con nosotros. Es una lucha se nuestro ser confundido contra la fuerza de “parece que todo se derrumba para ti y la humanidad, pero seguirán vivos tus hijos tecnológicos”.

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